Vieja sinvergüenza

COMPARTIR
Escuché esta acusación hace poco. Sí, dirigida a mí. Y bueno, podría haber reaccionado de muchas maneras, y podría haberme defendido con muchos argumentos. Pero ¿no será que vivimos con demasiada vergüenza? Sí es verdad que podemos pasarnos de lanza en muchas situaciones. Y observo que en muchas otras situaciones nos limitamos por vergüenza en cosas que realmente no ameritan que nos avergoncemos.
Estamos muy acostumbrados a enjuiciar a los demás por hacer cosas que nosotros “no haríamos nunca”. ¿No serán que justo son cosas que deseamos hacer pero que no nos atrevemos y nos da, no sé, tal vez envidia que otro sí lo haga?
La persona que se pone a entrenar para correr maratones a los 50 años. La persona que renueva y rejuvenece su guardarropa y su imagen personal. Quien se hace alguna cirugía estética o un tratamiento para flacidez o arrugas, o quien se muestra tal y como es, sin tratamiento alguno. Quien se tiñe el cabello, más si es de azul. O quien no se tapa las canas y se deja al natural. Alguien que regresa a la escuela para terminar una etapa que dejó trunco. Alguien que se atreve a hacerse una sesión de fotos desnudo o semidesnudo. El hombre joven que hace pareja con una mujer mayor, o esa situación en cualquiera de sus variaciones.
Hace muchos años, en Cancún, vi a una mujer con sobrepeso que usaba un bikini. Mi pensamiento fue, “Yo no usaría ese traje de baño, y no tengo ese peso”. Pero parte de mí, un poco más allá de mi juez implacable, decía, “Y ¿por qué no traigo yo un traje así? Si me muero de ganas.”