¡Viva Zaragoza!
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“Zaragoza, un pueblo con historia”, de José Alberto Galindo, es una amena obra. En ella el autor no sólo narra el devenir de ese hermoso pueblo de Coahuila: también recoge el genio y la figura de entrañables personajes del lugar. Aparece en relieve, desde luego, uno de los mayores orgullos que tiene Zaragoza: Humberto “Fito” Galindo. A este notable escritor y compositor debe la canción mexicana grandes aportaciones, como “Se vende un caballo”, popularizada por Vicente Fernández, y “Primera, segunda y tercera”, cantada por Dolores Pradera, junto con “La última muñeca” y muchas otras más.
Aparece también en ese libro don Francisco Flores, carnicero y orador famoso, decidor de un profuso refranero propio y ajeno:
“Parir y pagar es muy duro”.
“El que sigue doble liebre, una se le va y otra se le pierde”.
“Las águilas andan solas, y los cuervos en parvada”.
Sale igualmente don Lizardo Jiménez, que solía recitar estos enérgicos y sonorosos versos cuando estaba perdiendo en el juego de la baraja:
“Suerte que vienes aquí,
que tan en mi contra estás:
¿por qué me chingas a mí?
¿Qué no ves a los demás?
Cuando terminaba por perder todo lo que traía se resignaba con otros versos, ahora de honda filosofía, melancólicos:
“Cuando la suerte se inclina
a joder a los mortales,
no alivian cafiaspirina
ni rezos espirituales”.
El tío Nano mostraba también inspiración. Sus versos tendían a la moralidad. Decía por ejemplo:
“Para pintar una manta
hay que usar bastante tinta,
pero con poco se pinta
la mujer que ha de ser santa”.
Cuando alguien le preguntaba: “¿Qué hay de nuevo, tío?”, él contestaba: “Nomás el hilo. Los parches son los mismos”.
Cuando no podía ir “al otro lado” a comprar solía decir: “Aquí ando, como los leones, con las mismas garras”.
Termina el libro de José Alberto Galindo con una fotografía de la estatua de Zaragoza hecha por el escultor Jesús Contreras, foto a la que pone el autor un pie de grabado:
“Mi general don Ignacio Zaragoza Seguín, en su caballo prieto ‘El Telégrafo’. Monumento en la Alameda de Saltillo. Espero en Dios que un día tengamos uno igual”.
Y escribe luego un sentido “Último mensaje”:
“Querida familia, queridos amigos, y tú, querido pueblo, pueblo que han torcido y te has enderezado: defiende tu derecho a la vida, tu verde tierra, tu aire azul. Tus hijos, desparramados por doquier, también velarán por ti. Amar no significa querencia; también se puede amar desde lejos”.
Bello libro, interesante y aleccionador, es éste sobre Zaragoza y su gente. Con esa obra dio José Alberto Galindo la mejor prueba de amor a su solar nativo.