París mantiene viva la memoria de Eugène Ionesco
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Una gran exposición dedicada a su vida y su obra aparece como el principal foco de memoria del autor franco-rumano, aunque el coqueto teatro de la Huchette, sigue siendo su santuario parisiense, porque cada día desde 1957 representa dos de sus piezas más emblemáticas, "La cantante calva" y "La lección".
París, Francia.- París mantiene viva la memoria de Eugène Ionesco (1909-1994), uno de los autores más representados en el mundo, padre del teatro del absurdo y recordado hoy cuando se cumplen cien años de su nacimiento.
Una gran exposición dedicada a su vida y su obra aparece como el principal foco de memoria del autor franco-rumano, aunque el coqueto teatro de la Huchette, sigue siendo su santuario parisiense, porque cada día desde 1957 representa dos de sus piezas más emblemáticas, "La cantante calva" y "La lección".
"Un récord mundial", afirma con ironía a Efe el ex director de la sala Jacques Legré, que piensa que Ionesco "se reiría" de este buen resultado.
"Un gran éxito en un pequeño teatro es mejor que un pequeño éxito en un gran teatro y todavía mejor que un pequeño éxito en un pequeño teatro", afirmaba Ionesco.
Convertido en un atractivo turístico más en medio del barrio latino, cuna del teatro del absurdo, la Huchette exhibe con orgullo esta irreverente longevidad.
"En aquel momento era como una revancha contra la crítica que le hacía el vacío, que aseguraba que el público huiría de sus obras. Ahora es más como un testimonio de lo que fue aquella época", añade Legré.
El ex responsable del teatro recuerda bien los inicios de Ionesco, porque fue primero actor y luego director.
"Era el teatro que estábamos esperando, para nosotros era una bocanada de aire fresco. ¿Quién podía dudar que triunfaría?", asegura.
Era el "teatro del absurdo" aunque a Ionesco le gustaba más llamarle el teatro de burla.
"Fue una revolución, un cambio radical en la forma de interpretar, afectó al teatro pero también al cine. Hoy es difícil de darse cuenta porque los jóvenes ya están acostumbrados", señala.
No lo tenía tan claro el director de teatro Marcel Cuvelier, cuya puesta en escena de "La lección" se sigue interpretando en la Huchette.
"No pensé que el teatro de Ionesco se convertiría en el fenómeno que luego pasó a ser. El éxito tardó en llegar, era algo demasiado revolucionario para la época", recuerda.
Cuvelier tenía 26 años cuando se reunió con Ionesco para pedirle que le dejara dirigir una de sus obras.
"Para mi era algo tan nuevo que quería tenerlo entre mis manos. Crucé todo París para reunirme con él", rememora.
Era el año 1951 y "La cantante calva" ya había sido llevada a los escenarios. "Entonces me dijo: chaval, no te preocupes, que estoy terminando otra pieza y será para ti. Era 'La lección' y me puse muy contento", afirma.
La pervivencia de las dos obras en la Huchette aparecen como un reflejo de la época en la que nació el teatro de Ionesco.
"Entonces había siete u ocho teatros en el barrio latino. Ahora sólo queda uno", asegura Legré.
El testimonio del barrio latino coincide con otro más oficial que se le rinde en la Biblioteca Nacional, en forma de una magna exposición que reúne objetos donados por la familia del dramaturgo yuna multitud de vídeos procedentes de los archivos galos.
La comisaria, Noëlle Giret, ha tratado de mostrar la trayectoria de Ionesco, desde sus difíciles inicios a su incontestable éxito, desde el dramaturgo denigrado por la crítica hasta el hombre que se convirtió en académico francés.
De la buena salud de su obra hablan los cientos de representaciones de sus piezas que jalonan el mundo.
Su hija Marie-France, que gestiona ese patrimonio, asegura que la mitad de los derechos que genera la obra de su padre proceden de Canadá, Reino Unido, España, Italia, Bélgica y Alemania. "Es más que un autor francés, es universal", dijo recientemente a la prensa.
Aunque la heredera se cuida mucho de considerarlo rumano y pone más trabas a que las obras de su padre sean representadas en el país que le vio nacer.
Al menos así lo sienten en Rumanía, donde les hubiera gustado más contribuir al centenario del nacimiento de Ionesco en la pequeña localidad de Slatina.