SEMANARIO: Los menonitas del desierto
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Llegaron a Coahuila hace más de 30 años, con la promesa de que había agua y sólo encontraron tolvaneras.
Hoy nada más quedan seis familias que se aferran a sus costumbres, en un ejido silencioso del municipio de Escobedo, donde han aprendido a hacer dinero vendiendo maquinaria agrícola.
Abram Enns y sus dos hijos son menonitas que viven en la única colonia que existe en Coahuila. Siete casas ubicadas sobre la carretera 57, en el municipio de Escobedo (Entre Monclova y Sabinas) albergan a poco más de 20 personas.
Abram de 46 años de edad, recuerda que vivía en Chihuahua cuando, por escasez de tierras, sus papás se vieron obligados a emigrar.
Fueron la segunda familia en llegar a Coahuila en 1973, dos años después de que el presidente Luis Echeverría venció la firma del convenio firmado en 1921 por el entonces presidente Alvaro Obregón, donde se les permitía a los menonitas ejercer su forma de vida sin ninguna obstrucción del gobierno.
Arribaron a Coahuila con la promesa de agua, quien les vendió el predio, recuerda Jesús Morales, habitante de la cabecera municipal Primero de Mayo, fue el doctor Garza Falcón originario de Monterrey, Nuevo León. De ahí en más no existe ningún registro.
En cambio encontraron un clima semi cálido, cuyo único viento es el que corre por la carretera en dirección a Sabinas. El viento fresco de una colonia perdida en la carretera.
Actualmente la colonia menonita abarca 580 hectáreas y en aquel entonces todo el terreno estaba cubierto por mezquites, árboles, arbustos y plantas de todo tipo.
Los menonitas limpiaron todo y se asentaron con la ilusión de tierras mejores y de agua.
"Llegaron con la promesa de que había agua y fue un fiasco", dice Jesús Morales.
Abram, de más de 1.90 metros de estatura, canoso, usa gorra y camisa a cuadros, hace trabajar la memoria en medio de su taller donde elabora molinos de metal para extraer agua y maquinaria agrícola:
"Llegó a haber más de 20 familias.
Pero hace más de 10 años que somos pocos. Se fueron por falta de agua, no llueve aquí, por eso se fueron a Tamaulipas, Zacatecas o Chihuahua".
- ¿Y sigue sin haber agua?
- Cerca de aquí sí hay agua, yo tengo 20 años haciendo pozos y me ha tocado sacar mucha agua. Pero aquí hay muy poca, hay más por el lado de Allende, de Ocampo, Candela y Múzquiz.
- ¿Y por qué quedarse?
- Ya estamos acostumbrados. Ya estaría bastante gente si nos dejaran sacar agua: no nos dan permisos, fuimos a preguntar y nada.
- ¿Y son parecidas todas las colonias menonitas?
- Hay de todo, trabajadores y no trabajadores y uno que otro loquillo que no quiere jalar.
- ¿Cómo le parece la gente de Coahuila?
- Aquí la gente se pone muy bien, es mucho mejor, más amable, más respetuosa, en Chihuahua te roban mucho, hay mucho asaltante.
Abram, conocido en Primero de Mayo como "Abramón" debido a su altura, se dedica a hacer papalotes, que vende desde los 14 mil a los 22 mil pesos y 30 mil con todo e instalación. Se tarda dos días en hacer cada uno. Además vende maquinaria agrícola, perfora pozos y hace tanques de luz. Sus hijos le ayudan en todo.
Su principal comprador es el mismo municipio, aunque también vende en ciudades como Monterrey o Acuña y los ganaderos a la redonda.
Bernardo Montoya, funcionario de Primero de Mayo, explica: "Si viene un programa de gobierno gestionamos para que sean ellos (menonitas) quienes se beneficien. El año pasado el municipio les compró 10 papalotes con todo y perforación".
Jesús Morales presenció cuando llegaron los primeros menonitas y recuerda: "Don Ramón Fehr fue el primero en llegar, luego los Enns. Lo primero que hicieron fue labrar la tierra y lo combinaban con la venta de quesos. En aquel entonces el presidente municipal era Pedro Leyva".
- ¿Se empezaron a retirar rápidamente?
- Un poco. Se fueron por incosteabilidad. Variaba en las ideas de cada uno, yo creo unos querían tener más agua y otros se conformaron con lo que había y otros se fueron a poner negocios a Tampico. Se fueron por el agua. Se quedaron unos pocos".
'Nadie bailaba con ella'
De las seis familias que viven en la colonia, dos apellidos predominan: los Dyck y los Fehr. Las dos primeras casas que se ven son de dos hermanos: Isac y Cornelio Dyck.
La tercera casa es de Elena Dyck y su esposo apellidado Fehr. En la cuarta y sexta casa habitan dos hombres de apellido Fehr que tuvieron que salir a vender maquinaria y en la quinta la esposa de Abram, es de apellido Fehr.
Todos los casados aseguran se conocieron en la escuela que ya no existe, pues son muy pocos los niños en la colonia. En la escuela lo que enseñan, según David Dyck hijo de Cornelio, es la Biblia y matemáticas. Pero sólo poco tiempo pues tienen que trabajar.
La mayoría de los jóvenes hablan español, inglés y alemán bajo, su idioma original que explica Abram Enns, es una mezcla de siete idiomas. Entre ellos siempre hablan en alemán bajo, aún cuando esté alguien presente. Y las mujeres se han visto en la necesidad de hablar español incluso cuando costumbres anteriores decían que la mujer no podía hablar otra lengua.
Jesús Morales, habitante de toda la vida de Primero de Mayo, que tiene cerca de mil 600 habitantes, confiesa que los menonitas han tenido que evolucionar con el paso del tiempo: "En cuestiones religiosas no han cambiado, en otras cosas se van incorporando. A uno que otro les gusta empinar el codo (beber)", comenta.
- ¿Cómo han ido cambiando los menonitas en comparación de los primeros que vio?, se cuestiona a Jesús de sombrero y barba desaliñada.
- Han entrado al ambiente, antes no acostumbraban el baile y ya se han adherido. Vienen en pareja con los hijos.
- ¿Y cómo son con el municipio?
- Siempre muy colaboradores con el ejido, siempre dispuestos a participar, incluso ya votan aquí en el municipio, todos vienen a votar.
Es tal la adhesión de los menonitas -cuenta Morales-, que en una ocasión durante un baile, un individuo de apellido Guerra, osó sacar a bailar a una muchacha menonita. "Nadie bailaba con ellas y llegó y le dijo ¡órales vamos a bailar!", platica Morales con una expresión de asombro en el rostro.
- ¿Y qué sucedió?
- Nada, sólo que el mexicano durmió fuera de su casa porque la mujer se dio cuenta que bailó con la menonita. Entre otras cosas que han sucedido en la única colonia menonita en Coahuila a lo largo de 36 años, recuerda Jesús Morales, fue cuando un matrimonio llegó y el hombre tenía aspecto de filipino, dice.
Antes, en esas 580 hectáreas tenían un panteón propio, donde en una ocasión enterraron a un niño que murió quemado.
Buenos para el trabajo
Lo que le sorprende a Jesús Morales es la disciplina para trabajar: "Es gente muy activa. Los niños de cuatro años andan trabajando, empiezan ahí en la tierra juntando lo que estorbe a las herramientas de trabajo".
La mayoría de los menonitas inician su jornada laboral a las siete de la mañana cuando empiezan a elaborar el queso, otros inician el cultivo de sorgo o avena, dependiendo de la temporada. La jornada laboral termina entre siete de la tarde y ocho treinta de la noche.
Bernardo Montoya, funcionario del municipio, comenta: "Todos los días trabajan, no andan con que hoy no, ni un ratito. La raza que va a trabajar con los menonitas tiene que decirles que trabajan por medio de un contrato o con horario de hasta las dos de la tarde, porque se avorazan".
- Pero no se ve que tengan tanto dinero, comento a Montoya.
- Lo que pasa es que su cultura no es de vivir ostentosamente, pero te apuesto a que tienen más dinero que muchas familias juntas. Son ricos, en sus "arcas" tienen mucha lana.
Caty Wellington difiere. Es una menonita de 44 años que usa paliacate negro, el cual simboliza estar casada (15 años lleva de matrimonio) y un vestido largo de color negro y floreado de rojo (los vestidos de las casadas deben ser de colores oscuros, principalmente negro, rojo o morado). Usa chanclas y calcetas largas.
Su español no es muy bueno pero dice: "Mi casa es como los pobres, así son nosotros, no tenemos mucho dinero como mucha gente. Es como una familia pobre, así son nosotros. En Zacatecas hay más dinero".
Ella también se vino de Chihuahua, tiene cinco hijos y su esposo se encuentra en Múzquiz perforando un pozo. Comenta que sus papás gustan más de la colonia menonita en Zacatecas porque ahí hay cerca de 40 mil personas. Aún así, Caty prefiere Coahuila.
Pero su hermana Nancy Fehr quien viste de morado, disiente: "Este lugar está más feo que todo Coahuila, yo creo por eso vendieron barato.
El agua es muy salada, casi no llueve. A mí sí me gustaría irme", expresa Nancy con un español muy depurado.
Además, dice Nancy de 50 años, en los últimos años han batallado para que el municipio les pague: "Se perdió de jefe, y ya no está, de cuatro años para acá se batalla", dice con un tono de desesperación. Su esposo construye remolques y papalotes de metal, los cuales vende en todo el estado.
En el municipio de Primero de Mayo, dicen que todos los pagos están al corriente. Lo que sí es que hace alrededor de 10 años les hicieron un fraude: "Le hicieron trabajos al municipio y no le pagaron a los menonitas algunas perforaciones y papalotes", relata Bernardo Montoya, funcionario de la actual administración.
Quizás por eso Nancy quisiera emigrar a Chihuahua o Zacatecas: "En Chihuahua está muy bonito, aquí se siente feo, por el trabajo llegamos aquí y por eso estar aquí. Allá hay mucha gente. Está muy tranquilo pero muy solo aquí. Pensamos en irnos".
- ¿Se aburre?, pregunto a Nancy.
- Sí, bastante.
- ¿Y cada cuando va a la ciudad, a Monclova?
- Una o dos veces por semana, me voy manejando yo. Voy al mandado o al doctor.
- ¿Y conviven con las demás familias?
- Sí, más o menos.
- ¿Usted se considera mexicana?
- Soy mexicana 100%
- ¿Qué le platicaban sus papás o sus abuelos de por qué salieron de Europa?
- La guerra de Rusia y lo demás no sé. Mis hijos no saben por qué migraron sus abuelos. Sólo mis abuelos platicaban pero no sé exactamente por qué.
Nancy, quien llegó desde los 17 años a Coahuila, sólo ha aprendido el español cuando acude gente a comprar queso o algún otro producto como papas, refrescos, dulces de leche, miel, nueces, entre otros, pues todos los negocios de las casas menonitas en Coahuila se han visto en la necesidad de vender más allá de queso.
En promedio, confiesa Nancy, venden cerca de 200 kilos de queso por semana: 85 pesos el kilo de asadero y 70 el panela. Así mismo, las 10 vacas con las que cuentan producen de 25 a 30 litros de leche lo que significa de 10 a 12 kilos de queso.
Aislados
Pero es cierto, la vida en la colonia menonita de Coahuila corre lentamente. Pareciera como si lo único divertido fuera mirar algún choque en la carretera.
Los personajes mantienen una sensación de aislamiento, como si el vecino de a lado no existiera.
En general son callados, hablan poco e inclusive, principalmente los señores, tratan de evadir el trato.
Como Isac Dyck, el primer menonita con el que me topé. Arrancarle de su lengua que se dedica a cultivar sorgo y avena fue casi como robarle una confesión a un asesino.
No sólo eso, sino también que tiene un hermano en Campeche y otro en Canadá y que otro par de hermanos no se casaron con menonitas. Y que sus papás nacieron en Durango. Que tiene 46 años y tres hijos mayores de 20 años.
Obtener una fotografía de él fue como pedir que se apareciera un espíritu entre los dos: Imposible.
Cornelio Dyck, su hermano, fue un poco más accesible. Usa una gorra de los Raiders de Oakland, camisa azul y un bigote color amarillo.
Él y su familia se dedican a empacar pastura. En el negocio venden estufas de leña de cuatro y seis comales a 6 mil y 6 mil 500 pesos, respectivamente.
Tienen 12 vacas de las cuales sólo están ordeñando 9. Todas tan flacas que parecen becerros.
Por eso cada siete meses, Cornelio y su familia hacen maletas y viajan hasta Canadá donde se quedan cinco meses. "Nos aburrimos, por eso nos vamos allá", dice.
Allá trabajan en la pizca de pepino, chile, tomate y manzana. Y las 60 hectáreas incluyendo el negocio se lo encargan a una familia de Hermanas, un ejido aledaño a la colonia menonita.
Jóvenes inquietos
Andrés y David Dyck son hermanos y atienden la tienda de la familia, la de su padre Cornelio. Tienen 18 y 16 años, respectivamente.
Andrés es muy blanco, y David tiene tantas pecas en la cara que un día no bastaría para contarlas.
Los dos se levantan desde las siete de la mañana a ordeñar las vacas y elaborar el queso en unas prensas antiguas. Tienen además otros dos hermanos y dos hermanas.
Andrés es platicador y seguro, David por su parte, es un tanto serio y reservado, habla para sí mismo y ocasionalmente sorprende con algún comentario, como si lo hubiera pensado por mucho tiempo.
Ambos nacieron en el municipio de San Buenaventura, Coahuila. Al pedirles que cuenten algo de historia de su familia y de los menonitas, tienen poco que decir.
Parece como si les ocultaran su pasado, porque no sólo ellos, sino otros no saben mucho sobre sus ancestros. Como dice su padre Cornelio, "eso queda en el olvido".
- ¿Qué piensan sobre lo que dice la gente que los menonitas son grupos aislados?, lanzo la interrogante a los hermanos.
- Me da igual, no me importa lo que digan. Yo me siento más mexicano que canadiense, por ejemplo. Me gusta más aquí porque hay más libertades. Uno está acostumbrado nomás a esto, contesta Andrés.
- ¿No tienen novia?
- No, sabe, no nos quieren.
- ¿Están mejor las mexicanas o las canadienses?
- Depende de cuál estés hablando, hay algunas que son bien asquerosas y hay otras bien chulas. En los dos lados están igual, las que te gusten a veces te quieren y las que no, pues ni modo.
- ¿Les inculcan que se casen con una menonita?
- Mi papá sí nos dice que salgamos con menonitas. `Sería mejor que se quedaran con la misma raza', nos dice.
- ¿Y qué opinan de eso?
- No pues quién sabe, a ver si encontramos algo bueno.
- ¿Se irían con una mexicana aunque su papá se enojara?
- Contesta por primera vez David: Yo sí.
Su padre Cornelio dice al respecto: "No tiene uno las mismas costumbres. No sabemos que vaya a pasar, no nos vamos a adelantar".
A Abram Enns por ejemplo, sus padres le decían que se juntara con la misma raza, inclusive no le permitían que se juntara con otra gente: "Somos de otra raza, otra costumbre, otras tradiciones", explica Abram a la misma interrogante si dejaría a sus hijos casarse con una mexicana.
A Nancy Fehr, antes que sus padres se salieran de Coahuila le dijeron: "Váyanse porque aquí está muy solo, luego cómo sus hijos se casan con gente de nosotros".
Mujeres entregadas al hogar
Elena Dyck no es cualquier menonita. Tiene 23 años, es hija de Isac Dyck y está casada con un hijo de Nancy Fehr. Ya tiene dos hijos y como no hay escuela en esta colonia, ya piensa en cómo dará clases a sus hijos.
Su esposo, pese a tener su taller en la casa, trabaja para una fábrica de nombre PGS, donde renta tractores.
A diferencia de los demás menonitas que trabajan en su hogar, el esposo de Elena no lo hace.
Elena abre temerosa la puerta de su casa, no sale de ella.
Quizá en otra circunstancia, alguna señora mexicana invitaría a su sala, pediría que el visitante se sentara y ofrecería un vaso de agua. Pero los menonitas no.
Salvo con Andrés y David, primos de Elena, las pláticas fueron de pie. Tal vez porque se encontraban durante sus jornadas laborales.
Al dar Elena la cara, sale a relucir que no trae vestido: Viste un pantalón café y una blusa lisa color beige.
Elena no es cualquier menonita, ella profesa una religión alterna de los menonitas llamada "old colony" cuya principal diferencia estriba en la forma de vestir: Salvo el paliacate, puedes usar lo que sea.
Esta religión la conoció en Canadá cuando pequeña y sus papás no hicieron nada por detenerla. Su esposo también predica la misma religión y son los únicos en la colonia de Coahuila. A su marido lo conoció cuando había escuela.
"Aquí todos están acostumbrados a verme así, pero si voy a Chihuahua o Zacatecas sí me dicen de todo. Me miran como a una extraña", comparte Elena.
- ¿Y cómo te sientes?
- Ya me acostumbré, así ha sido siempre.
- ¿Entonces preferirías vivir en Canadá?
- Sí, porque allá no juzgan tanto entre menonitas como aquí en México.
¿De dónde vienen?
Llegaron al municipio de Cuauthémoc, Chihuahua, en 1922 y fundaron la primera colonia menonita del país. Hace 30 años llegaron a Coahuila 20 familias, la mayoría se han ido.
Ganarás el pan con el sudor de tu frente.
Están educados para imitar a los pobres y no dar manifestaciones de placer por los bienes materiales. Forman a los niños en la cultura del trabajo y desde muy pequeños los enseñan a contribuir en las labores del campo y el cuidado de los animales.
El hogar
Sus casas asemejan a las que hay en los campos alemanes: altas, cuadrangulares y con ventanas pequeñas, suelen ser muy amplias y austeras.
Son muy ahorrativos y evitan los lujos.
Heredan los muebles de generación en generación, y en la decoración interior predominan el rojo y el amarillo.
Se rigen por el matriarcado, un menonita no toma ninguna decisión sin consultar a su mujer.
Queso menonita
Mejor conocido como Queso Chihuahua. Está elaborado por una técnica holandesa fusionada con un método mormón. Es reconocido en el país por su exquisito sabor. Además, ha sido pilar fundamental en su economía.
Mujeres
Son mujeres tímidas y conservadoras de mucho trabajo en el hogar. Además de cuidar a sus hijos y atender sus granjas, hacen quesos, conservas y pan.
Las niñas usan vestidos anchos y floreados, con sombreros adornados con listones de colores vivos. Las solteras usan pañoletas de color blanco y las casadas de color negro.
Hombres
Visten overoles de mezclilla para el trabajo y los domingos o en ocasiones especiales, usan traje negro con camisa negra y sombrero de ala ancha. Se casan durante la pubertad y suelen tener un promedio de 6 a 10 hijos.
Costumbres
-El uso de la electricidad está prohibido, sin embargo, muchas comunidades dejan este precepto de lado y hacen uso de ésta para lo indispensable.
-No se autoriza el divorcio.
-El tabaco y el alcohol se usan con moderación.
-No se permite el uso de joyas.
-No asisten al cine, al teatro ni a ningún espectáctulo deportivo.
-Están prohibidos los juegos de cartas y las cantinas.
-No se permite la música y el baile. En cuanto al canto solo está permitido en las iglesias.
-La vida social se limita a esporádicas reuniones en las que se sirven pastelillos y té.
-El teléfono y el Internet son poco usados en la comunidad.
Educación
La educación consta de cuatro grados, impartidos por maestros elegidos por la comunidad, es obligatoria y consiste en instrucción religiosa, leer y escribir, y realizar operaciones matemáticas. Las vacaciones se programan en fechas que los niños puedan ayudar a sus padres en la agricultura.
Religión
Creen en la centralidad y la inspiración de la Biblia y en Jesucristo como el enviado por Dios para efectuar la reconciliación entre el creador y el mundo quebrantado. Comparten las creencias centrales con los cristianos de las iglesias católicas, protestantes y evangélicas.
La iglesia menonita como parte del movimiento anabaptista nació durante la Reforma en el norte de Europa. Ellos rehusaron reconocer una iglesia y un sistema gubernativo que obligaba a la gente a aceptar una religión determinada. "La verdadera fe", para ellos, "es voluntaria".