La dinastía de Julio Cortázar en el Boom latinoamericano
COMPARTIR
TEMAS
El autor argentino nos reveló los trucos del mago y nos acercó al poeta para desubicarnos por un momento de la normatividad y atentar contra ésta
CIUDAD DE MÉXICO.- Un contraimperio son seres civilizados que han logrado las más grandes transformaciones individuales, culturales y políticas para impugnar contra el orden establecido bajo las armas del arte, y aunque quede soterrada por el paso del tiempo sus ruinas y sus reliquias seguirán haciendo y cambiando la Historia. Esta definición, lejos de precisiones científicas y literarias, es la conclusión a la que llegué después de preguntarme cuál fue el legado de la dinastía cortazariana a 30 años de su muerte.
En los años 60, se vivió en latinoamérica una de las épocas de mayor resplandor en el campo literario y una de las contadas conquistas culturales de la zona, ya que la historia nos ha enseñado que cuando grandes artistas se conjuntan en un momento la aparente Gran Revolución y la búsqueda de libertad e identidad pueden ser posibles. Personalidades como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuente, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, entre otros, heredaron los cimientos de un legado -que constituiría lo que he llamado el contraimperio- marcando el derrotero latinoamericano a perseguir, las injusticias imperialistas que debían ser quebrantadas y la realidad mágica que existía en la tan olvidada cotidianidad.
A diferencia de muchos escritores que se perderían en los resquicios y la opulencia de los círculos oficiales, desde que leí Los Premios y Rayuela de Cortázar, aprendí que la disociación de los elementos sólo es una charlatanería chovinista y que no hay distinción entre vida y literatura, entre ideal y conducta.
El boom de la dinastía de Julio Cortázar fue total. Renovó el proceso de creación literaria al transformar el carácter fenomenológico de sus obras dándole forma y precisión a las fantasías que ocurren y rondan por todos lados a la Realidad, así, hechos sorprendentes que parecen brotar de la nada se conjugan en el presente como modo irreductible de nuestra cotidianidad, y lo que parece aún más increíble, nos sorprende más porque siempre ocurren. Cortázar nos reveló los trucos del mago y nos acercó al poeta para desubicarnos por un momento de la normatividad y atentar contra ésta.
Asimismo, la mirada mágica y atentamente distraída de Julio Cortázar al precisar que él no era nada, solamente un impulso herido que ronda las cosas por el otro lado, le permitió descubrir los otros mundos que existen en el plano de la realidad e indagar en los misterios esclarecedores de la mente humana por medios intuitivos. Es precisamente este conocimiento por vía intuitiva el que lo diferencia muchas veces de los otros escritores, ya que como señala Ignacio Solares: el conocimiento intuitivo que sin duda posee mayor amplitud y quizá mayor calado que el ofrecido en la vía racional de filosofía y ciencia, conocimientos redescubiertos tardíamente, es el que permite a la humanidad recibir revelaciones fulgurantes a través de la imaginación poética; de esta manera la poesía y la intuición son una forma de certeza y veracidad, una revelación, liberándonos de ambigüedades que a veces nos podrían provocar las palabras fantasía y sueño.
Cortázar supo hacer del lenguaje un espejo con sus lectores en donde podemos reconocernos en presencia de otro y de otros para saber dónde nos duele y dónde nos alegra la vida. Después de todo, los escritores, principalmente los poetas, son los supremos conocedores del lenguaje que nos permiten definir y recrear el lado inefable de nuestra humanidad. El escritor argentino logró aterrizar la fusión de los contrarios agitando el calidoscopio hasta juntar del viedricito negro con la piedrita blanca: placer y dolor. El desarreglo de los sentidos y la trascendencia. El mudo es un problema mal resuelto si no contiene, en alguna parte de su angustiosa diversidad, el encuentro de cada cosa con todas las demás.
Cuando menciono que la renovación en el proceso literario fue completo, también es necesario precisar que los lectores dinamitaron la manera de entrarle a las lecturas cortazarinas, no sólo Rayuela marca un antes y un después, sus cuentos son la manifestación más vividas de tal ejemplo. Hizo de una historia la contención polisémica de otras historias cuando éstas se convirtieron en realidades potenciales para sus lectores.
Juan Villoro comentan que Rayuela se comenzó a utilizar como manual de superación cultural.
No se mal entienda cuando digo que existe una dinastía cortazariana porque haya dejado una herencia biológica o algún discípulo en puerta, a precisar, sitúo a los libros como hijos perdidos que fueron adoptados o donados al mundo para encontrar una herencia incalculable, el lector activo.
Los imperios conquistan y someten a través de la fuerza bruta, la dinastía cortazariana del contraimperio seduciría a las consciencias por vías más profundas y hondas, una nueva forma de hacer literatura para soñar en la realidad. Son contadas las obras de Cortázar en el ámbito abiertamente político, La casa tomada, Adiós Robinson y otras piezas breves y Libro de Manuel; sin embargo este texto es una apuesta para encontrar en el legado de Cortázar al hombre que es todo los hombres: el mago, el poeta, el charlatán, el romántico, el ilusionista, el amante, el misántropo, el anarquista, el humanista, al único con caras intercambiables para transformar su Realidad, deshacer estructuras dominantes y hacer de la literatura una forma de vida, una forma de protesta.