Caminemos juntos
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El tercer domingo de enero, en Estados Unidos, se instituyó, desde 1983, el Día de Martin Luther King Jr.
Es un día festivo en ese país, y este año continuó arrastrando una fuerza que se ha visto aumentar en los últimos tres lustros.
Fue el presidente Ronald Reagan quien estableció esta jornada para recordar al defensor de los derechos civiles en contra de la discriminación racial, que con éxito logró cambiar la legislación federal y estatal.
La fiesta se observó por primera vez en 1986 y no fue sino hasta el año 2000 en que se extendió a los 50 estados que componen el país.
Un mensaje de esperanza. Un mensaje que trae sus ecos desde aquellos no tan lejanos años, en los que un hombre, de enorme sensibilidad, inteligencia, carisma, decidió irrumpir en el escenario nacional para plantear su postura en contra de la discriminación y en pro de la igualdad de derechos.
Sólo en Washington, en medio de una temperatura de 10 grados bajo cero, cientos de personas y 50 asociaciones participaron en la marcha por la libertad y la igualdad de las personas.
Consideremos el impacto de esta sociedad cuando otra parte de ella vivió enfrentada a muestras de racismo en el último año, el 2015, contra inmigrantes mexicanos y latinos en general. Un aspirante a la presidencia de la República que anuncia su candidatura con un feroz discurso discriminatorio.
En feliz contraste, el activista Eugene Puryear, de la coalición Answer, la cual promueve el movimiento “Las vidas de los negros importan”, explicaba a la agencia internacional de noticias EFE, que cubrió la marcha del Día de Martin Luther King en Washington, que el 2015 vio el “resurgimiento de la lucha contra el racismo en todo el país”.
Y agregó: “Estamos aquí para decir que el verdadero legado de Martin Luther King es el de la lucha contra la pobreza, el racismo, el militarismo y la guerra”.
Un verdadero compromiso por parte de las asociaciones presentes, como fue el caso de la United Black Fund. Según la información que leímos en la agencia EFE trataba de mantener “el calor de los congregados con discursos por la libertad y la igualdad, alternados con canciones y café caliente”.
No se trata de una lucha que implique a negros y ahora también a los latinos. Lo que las marchas han logrado es involucrar cada vez más a los “a la clase trabajadora blanca”. El legado de Martin Luther King, el eco de su voz llega hasta nosotros en un momento clave. Su mensaje llegó con potencia en medio del feroz trato a los ofensivamente llamados negros hace apenas cinco décadas y aún, dolorosamente, en meses recientes.
¿Cómo olvidar la masacre a manos de Dylaan Roof en la iglesia en Charleston, Estados Unidos el 17 de junio del año pasado?
Hoy, la reiteración del mensaje de Luther King Jr. debe mover la conciencia no solo a los estadounidenses, sino a todos aquellos que permanecen cerrados ante la maravillosa pluralidad que significa la existencia. También llega hasta nosotros mexicanos, saltillenses, habitantes del mismo planeta. Y ha de llamar fuertemente la atención si en la propia comunidad se es capaz de menospreciar, de denostar, de lastimar, al de al lado por el color de la piel; la clase social o económica; la cultura o la religión.
El gran defensor de los derechos civiles había esperado mucho tiempo para que los derechos de los hombres negros fueran absolutamente respetados. En una parte de su conmovedora y potente “Carta desde una cárcel de Birmingham”, expresa:
“Desde hace años he escuchado la palabra ‘¡Espera!’. Suena en el oído de cada negro con la perforación de la familiaridad.
Este ‘Espera’ casi siempre ha significado ‘Nunca’”.
Hoy, a casi 48 años del asesinato de Martin Luther King Jr., las palabras de Flava, integrante del comité organizador del Día en honor del activista, resuenan en nuestros oídos:
“Caminamos juntos, sin importar de qué raza o de qué nacionalidad eres. Todos caminamos juntos y trabajamos para la comunidad, para asegurarnos de que nuestras familias y nuestros vecinos tengan una mejor vida”.