“De realidades y distopías”.

Cuando la realidad se confunde con la ficción.

Si uno viajara al pasado, digamos a la década de los noventas, se encontraría un mundo totalmente ajeno al que habitamos en la actualidad, en particular en el ámbito de lo social.  Para empezar, si tú quisieras ponerte de acuerdo con tus amigos para armar algún plan, sería indispensable marcarles en forma individual a cada uno de ellos a sus respectivas casas – además de volver a remarcar cuantas veces fuera necesario-  para poder acordar una hora y un punto de reunión, en donde la palabra tendría que ser honrada.

Si fueras a ir al cine con tu pareja habría sido necesario buscar en el periódico el horario de la película, o en su defecto ir a BlockBuster a rentarla. En el caso de querer enseñarle tus fotos a los amigos, habrías tenido que efectuar  toda  una travesía muy probablemente con una cámara Kodak, mandar revelar el rollo y esperar varios días para que por fin estuvieran listas, y solo entonces podrías aguardar el momento oportuno para mostrarlas.   

Todos estos ejemplos y muchos más quedaron en el recuerdo, ya que hoy día es posible realizarlos en cuestión de segundos con la ayuda de un teléfono inteligente.

Pero… la verdadera pregunta que nos debemos de hacer es: ¿Hemos mejorado nuestras conductas sociales con el avance de las tecnologías? Si bien es cierto que hay muchos argumentos a favor del gran avance de éstas, como lo es el manejo de la comunicación, el acceso a la información y la mejora en la calidad de vida; también hay muchos puntos negativos. El primero de ellos es la gran adicción que se genera hacia las redes sociales y el internet. Este es un gran problema en México y también a nivel mundial. Uno de los psicólogos más importantes en esta materia, Mark Griffiths, advierte que esta adicción va asociada con problemas graves, que causan ansiedad y depresión; ya que muchos de los usuarios se muestran de una forma distinta a como son en la realidad; De tal manera que una persona es percibida de forma muy diferente en internet que en la vida real. Por ejemplo, se tiende a apreciar más a una persona por la cantidad de “likes” que tiene o por el número de veces que sus publicaciones son compartidas, que por su aportación como ser humano. Es decir, se le da más valor a la apariencia que a la realidad; y esto no solo aplica para los jóvenes, sino que abarca también a las generaciones mayores.
Otro gran obstáculo que se ha desatado es el acceso a la información privada por parte de las redes sociales.  Pareciera un episodio de “Black Mirror”, pero la realidad es que Facebook, Google, WhatsApp, Instagram conocen absolutamente todo de nosotros. Y cuando digo todo, me refiero en verdad a todo. Conocen   tu ubicación, están al tanto de tus compras, los trayectos que recorres día a día, los archivos que envías, tus búsquedas, tus eventos futuros, y un sinfín de cosas más. ¿Cuál podría ser el problema? Que al conocer a alguien lo suficientemente bien, esa persona queda a expensas de ser manipulada de muchas maneras, tanto en lo que hace como en lo que piensa.

Mucho ha cambiado la vida si la comparamos a la de los  años noventa;  sería muy difícil decir  si hoy es mejor que antes. Pero no cabe duda de que con el paso del tiempo muchas costumbres se han ido perdiendo y/o modificando, para bien, a veces para mal. La palabra oral y escrita por ejemplo, ha ido perdiendo importancia dada  la facilidad e instantaneidad de los mensajes electrónicos; la comunicación interpersonal o cara a cara está siendo sustituída por los whatsapps y los celulares, aún cuando las personas estén conviviendo juntas.

“No existe profeta en tierra propia ” dice el refrán,  y yo, al ser usuario activo de las redes sociales me preocupo el verme a veces tan inmerso en ellas.  En un mundo tan cambiante como el de hoy ,  a veces la ficción  se aprecia  como verdad, y para muchos se confunde con la realidad.  No sabemos cuántos cambios más traerán la técnica y la ciencia, ni de qué manera nos afectarán y mucho menos cómo reaccionaremos, pero creo que es clave darle  importancia al mundo real por encima del  virtual.

Twitter: @davidrubio_50