HMV, la eterna sombra de la sospecha
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Una vez más, la sombra de la sospecha se cierne sobre el exgobernador Humberto Moreira Valdés, tras conocerse las declaraciones realizadas por un presunto exoperador de la organización criminal conocida como “Cártel de Los Zetas”, en una corte de los Estados Unidos, según las cuales dicha agrupación delincuencial habría entregado sobornos por al menos dos millones de dólares al exmandatario.
Rodrigo Humberto Uribe Tapia, testigo en el juicio que se sigue contra Marciano Millán Vázquez en Texas, aseguró ayer que las operaciones de entrega de dinero -que se harían a cambio de la complicidad del Gobierno de Coahuila- se habrían realizado a través de dos personeros de Humberto Moreira: Vicente Chaires y Jesús Torres Charles.
El extitular del Ejecutivo coahuilense, así como el exfiscal de Coahuila han salido ya a fijar posición rechazando las versiones que les vincularían con actos ilegales y los convertirían en cómplices de una de las organizaciones delincuenciales más violentas que han operado en México en los últimos años.
Como corresponde en estos casos, la inocencia de ambos exfuncionarios debe presumirse y el sólo hecho de que un individuo haya realizado las declaraciones señaladas -aún cuando ello ocurrió en el curso de un proceso judicial- no puede bastar para considerarles responsables de ningún delito.
Sin embargo, como se ha dicho anteriormente en ocasión de episodios similares, resulta inevitable preguntarse por qué el nombre de Humberto Moreira aparece una y otra vez vinculado a investigaciones criminales que le colocan, en el mejor de los casos, como alguien que habría facilitado la consumación de diversos delitos.
¿Cuál sería el interés de individuos como el testigo que ayer declaró en una corte texana para involucrar de forma gratuita a un exgobernador mexicano en hechos delictivos? ¿Qué beneficio podría traerle a un individuo que no está relacionado con la actividad política en México el manchar el nombre de alguien con quien muy probablemente jamás se hubiera reunido?
Por otro lado, ¿cuál sería el interés de las autoridades estadounidenses para insistir en la presunta participación de Humberto Moreira en actos ilegales si no contaran con evidencias en ese sentido? ¿Por qué habría de ser “perseguido políticamente” en el extranjero un exgobernador de Coahuila?
Resulta difícil asumir que el constante señalamiento en contra del también exdirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional sea producto de alguna “venganza” o de un “complot” urdido en contra de Moreira Valdés allende nuestras fronteras. Y resulta difícil de creer porque no se percibe, al menos no de forma evidente, cuál podría ser el móvil de una trama como ésta.
Lejos de tal posibilidad, el que Moreira Valdés y sus colaboradores sean permanentemente señalados como presuntos responsables -por acción o por omisión- de hechos ilegales lo que invita a pensar es que en este caso se actualiza la conseja popular que advierte: “si el río suena, es que agua lleva”.