ILV: ¿qué significa estar ‘hasta la madre’?
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El alcalde y sus funcionarios se encuentran, en una posición de ventaja que les permite mucho más que sólo decirse ‘hasta la madre’
El alcalde Isidro López Villarreal acudió ayer al lenguaje folclórico para evidenciar su molestia ante lo que consideró —junto a su jefa de gabinete— estrategias indebidas por parte de rivales políticos para “sabotear” los actos de su administración.
“Aquí en esta colonia en particular no sé qué pasó, pero esas cosas no se valen, por eso estamos hartos, por eso estoy yo aquí, porque no se vale que se hagan eso, ya estamos así, como dice la raza, ya estamos hasta la madre”, dijo el Munícipe al arribar a la colonia Niños Héroes en donde habría de entregar obras de pavimentación y encontrarse con que no había un sólo vecino del lugar para atender el evento.
La explicación ofrecida para tal suceso, misma que fue confirmada posteriormente por una vecina del lugar, fue que “las lideresas priístas” amenazan a los colonos con el retiro de apoyos si participan en los eventos organizados por la administración municipal.
De ser efectivamente esta la razón por la cual los habitantes del área decidieron no participar ayer en el acto de entrega de la obra municipal —consistente en la colocación de 10 mil metros cuadrados de pavimento asfáltico— sin duda, estaríamos en la presencia de un acto irregular —incluso de carácter ilegal— que justificaría plenamente la molestia de los funcionarios municipales y explicaría bien que recurrieran al lenguaje coloquial para expresar tal molestia.
Sin embargo, incluso si la especie es cierta, lo que no se justifica es que el jefe de la comuna y su jefa de gabinete se manifiesten como si ellos fueran ciudadanos ordinarios a quienes les “ofende” la presunta impunidad con la cual actúan adversarios políticos contra quienes nada pueden hacer.
El Ayuntamiento local puede —y debe— actuar en contra de presuntas prácticas irregulares como esta a fin de evitar que desde cualquier trinchera partidista se saque ventaja de la necesidad de los ciudadanos.
Porque en todo caso, de ser cierto que alguie se inhibe de asistir a un evento público porque teme perder un apoyo que se le entrega —en este caso, presumiblemente, una despensa— lo más probable es que ello se deba a que necesita los productos contenidos en ésta y que difícilmente puede conseguirlos de otra forma.
Frente a una realidad como ésta, lo de menos es que un acto público —sea de la administración que sea— resulte “deslucido”: lo importante es que la necesidad de las familias se ubica en un nivel tal que la simple “amenaza” de perder una despensa les lleva a ser auténticos rehenes políticos de quienes operan, a nivel de las colonias populares, los esquemas territoriales de los partidos políticos de cara a las elecciones próximas.