Kim Jong Un contra Kim Jong Un
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La total, y ridícula indiferencia del dictador norcoreano a las amenazas de Donald Trump, como a las resoluciones de la ONU, demuestra una vez más, que el verdadero enemigo para Corea del Norte es el mismo
Con el lanzamiento de un misil balístico que atravesó el cielo de Hokkaido, la gran isla en el norte de Japón, que ha desencadenado la segunda alarma aérea en la historia después de la segunda mundial, Kim Jong Un ha corrido un riesgo, que ni el mismo contaba.
Ya que se duda sobre la confiabilidad de todo el arsenal misilístico norcoreano, si se hubiera despedazado el misil en el vuelo a la manera de los Scud de Saddam Hussein y se hubieran precipitado sobre la población de Hokkaido matando a inocentes y causado daños, la señal de una acción militar de represalia se habría dado.
Sin embargo, solamente con un ataque y con víctimas casuales o deliberadas, es que el régimen de Pyongyang se expondría a la represalia de los Estados Unidos y de sus aliados, Japón y Corea del Sur.
La “línea roja” que Kim sabe que no puede atravesar, si no quiere suicidarse, es la agresión directa o accidental. En esa ausencia, no hay nada que Trump pueda hacer, no hay operación de fuerza preventiva que fuera justificable y como lo sabe Kim, también Trump.
Se han vuelto una contradicción clásica como en los años de la guerra fría, cuando los monstruosos arsenales de la URSS y EU eran del todo inútiles en los conflictos locales, como demostraron los americanos en Vietnam y los rusos en Afganistán: “la impotencia de la superpotencia”.
A través de los canales semioficiales que todos los gobiernos usan y que los gobiernos totalitarios prefieren, Beijing ha hecho saber a Washington que ningún ataque preventivo sería aceptable para China y que el único camino es el de la presión económica y la diplomacia. Pero aquellos mismos canales han declarado que Washington le ha dicho a Pyongyang, que cualquier acción agresiva norcoreana dejaría a Kim, y a su fuerza armada completamente solos, bajo la furia militar de Estados Unidos.
Si Kim decide suicidarse y traicionar consigo a millones de coreanos, tanto del sur como del norte, después de 60 años sucedería un conflicto militar real, con las bases americanas, japonesas y surcoreanas, cargadas de misiles, firmaría su propio certificado de muerte.
Con información de Repubblica