La venganza de Napo
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Juzgar y condenar villanos a modo es una popular afición, añeja y arraigada en nuestro País. El Gobierno Federal baraja posibilidades, jerarquiza adversarios y prepara su estrategia de ataque. El aparato gubernamental monta una vistosa cacería de brujas, se litiga en los medios y se hace la nota que acapara todos los espacios noticiosos. El actual gobierno parece que no será la excepción. Esta vez, hacen papel de villanos Alonso Ancira, presidente de AHMSA y Emilio Lozoya, exdirector de Pemex.
Lo interesante de esta acción, como tantas otras que la precedieron en la Historia de nuestro País, es que los hechos son lo de menos, la acusación, el caso legal no importan, es irrelevante si los inculpados son o no culpables, si la autoridad cuenta o no con elementos para procesar; lo que importa es que el Gobierno pueda brindar un espectáculo a la opinión pública y a las masas que exigen castigo a quien represente al pasado.
Esta vez los rumores empezaron el 26 de mayo, eran tan vagos que nadie les dio crédito. Algunos medios capitalinos de bajo perfil los comentaron, pero no pasó de ahí. ¿Cómo pensar que iban a apresar a Alonso Ancira cuando un par de semanas antes departía con Alfonso Romo en una reunión de Canacero?
Hace menos de un mes, la fundación encabezada por Ancira lanzó un proyecto de gran envergadura para generar políticas públicas con la Secretaría de Economía. El evento, encabezado por la secretaria de Economía pregonó, sin empacho alguno, el nombre de Alonso Ancira. ¿Cómo olvidar la última gira de campaña del ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, que apareció frente a las instalaciones de AHMSA? Desde ahí pronunció un mensaje de paz: “Vamos a apoyar a los empresarios mexicanos de la industria del acero, no venimos a hacer la guerra, vamos a trabajar juntos”, dijo en esa ocasión.
Escribo esta nota el 2 de junio, una semana después de que apareciera la primera nota que anunciaba el congelamiento de las cuentas de AHMSA y el arresto de Ancira. No encuentro ninguna mención al caso en cinco medios nacionales. El asunto ya pasó a la historia después de cumplido el objetivo que deseaba el Gobierno. Ya no se habla del tema, ni de la cortina de humo que levantó, ni de los problemas que vino a opacar, principalmente los relacionados con la grave crisis que vive la salud pública.
Permanece en el marcador la conducta pública que asumió el senador Napoleón Gómez Urrutia. Después de dos sexenios escondido en Canadá se dispone a recuperar el tiempo perdido. Quiere poder y lo ejercerá para vengarse. Se está con él o contra él. Primero golpeó al siempre misterioso Germán Larrea, con quien tiene un pleito muy añejo, después arremetió contra el obispo Raúl Vera y Cristina Auerbach, ahora va por AHMSA.
Hace leña de Alonso Ancira. Dice que existen suficientes elementos para proceder contra el empresario, pareciera que no entiende lo que implican sus palabras; o que sabiéndolo las dice sin mayor problema. Sin rubor alguno presume conocer las evidencias que ni el propio inculpado o sus abogados conocían. Pide que el Estado intervenga la empresa aunque Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), reconoció el origen lícito de 76 cuentas bancarias. Recordemos también que hace apenas unas semanas AHMSA se refinanció y que ello, añadido a la eliminación de aranceles, debe ayudarla en su proceso de recuperación. Sería absurdo, no hay por qué intervenir a una empresa en esa situación.
Al final Nieto rectificó, no era que la empresa aclarara el origen lícito de las cuentas, como debe ser en cualquier democracia. Aclaró que se descongelaron por la buena voluntad del Presidente hacia los trabajadores y proveedores de AHMSA. Así la justicia en la 4T, voluntad presidencial.
Es claro que Napo aplica sus venganzas y pide la intervención gubernamental para hacerse del jugosísimo contrato colectivo de trabajo de Altos Hornos de México y sus subsidiarias, lo mueve el afán de constituirse como el nuevo Fidel Velázquez. Ambición no le falta, le sobra hambre.
En este deporte-espectáculo tan mexicano, Ancira fue apresado sin saber por qué, conforme la persistente lógica del presunto culpable. En el caso de personas como Ancira, que sí tiene cómo y con qué defenderse, terminará demostrando la incompetencia procesal de la Fiscalía. Detenido en España, se respetarán sus derechos como inculpado y el desaseo del Gobierno mexicano acabará ayudándole a salir por la puerta grande, a pasearse con plena libertad por las calles de Madrid. Veamos cómo se desarrolla el proceso. La semana próxima opinaremos sobre los elementos jurídicos del caso.
@chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez
Jesús Ramírez Rangel
Rebasando por la derecha