Masoquismo institucionalizado (3)
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¿Qué eligieron 30 millones de mexicanos y 37 más que no acudieron a votar en la elección de julio del 2018? No tiene ciencia contestar la interrogante porque está a la vista. Llevaron al poder a un presidente que adora dar soluciones falsas a problemas reales, que hace política bananera de lunes a viernes todas las mañanas, repitiendo hasta la saciedad que cuanto realiza en su gobierno es para el bien del pueblo. En palabras llanas le dice al pueblo, igual que en campaña, lo que el pueblo quiere oír. Eligieron un gobernante de “colmillo retorcido y negro” que sabe perfectamente que decir la verdad es ir en contra de sus propios intereses y que además tiene bien “medida” la retórica que cala en el entusiasmo de sus destinatarios, aunque no tenga nada que ver con lo que en realidad está ocurriendo. Ejemplo: la rifa del avión presidencial en “cachitos” de 500 pesos que además utiliza –como manipulador innato que es– para desviar la atención de lo verdaderamente deleznable, como es la desaparición del Seguro Popular y la implantación por sus… del engendro llamado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y, lo peor, darle la estocada de muerte al servicio público de salud al que acuden el grueso de los mexicanos en nombre de la austeridad y la transparencia, al que por cierto no consultan ni él ni sus familiares, ni ningún político mexicano de medio pelo para arriba. El día que acudan los mencionados y sus familias a hospitales públicos y manden a sus hijos a escuelas de gobierno, sin duda que serán de primer nivel. Pero eso está a miles de años luz.
Pero ¿qué nos pasa a los mexicanos? ¿De verdad importa un bledo lo que está sucediendo? No puede ser que se esté en medio del terremoto y lo único que se haga es cerrar los ojos y cubrirse la cabeza para fingir que todo está bien, porque esa es la actitud que se exhibe sin pudor alguno por parte de 59 millones de electores, los 30 restantes siguen aplaudiendo y creyendo a pie juntillas que México se convertirá en la sucursal de Shangri-La bajo la pontificia conducción de Andrés Manuel López Obrador. Y ¡ay de aquel que no esté a favor! La KGB y la Gestapo van a ser consideradas organismos píos comparados con la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP. La persecución está a la vista. Y también la protección –impunidad– garantizada a gente tan honorable como Bartlett y Gómez Urrutia, y demás “arreglados” en los tratos pactados en el cochinero de la cloaca.
En el complejo y disfuncional contexto en el que discurre hoy día la política mexicana, me parece que ya es hora de mandar al carajo la gran mentira del montaje en el que vivieron antes que nosotros muchos connacionales y que continúa de pie, y entender de una vez y para siempre que han sido en su mayoría una bola de crápulas quienes han gobernado este país; que no nos dejaremos engatusar más por la inutilidad y el cinismo de quienes han tenido existencia de sátrapas a costa de disponer de los recursos que debieran destinarse a generar condiciones de bienestar generalizado, como lo hacen en otras latitudes del mundo con menos riqueza natural de la que tienen nuestro espacio territorial, por apuntar algo de nuestra tragedia.
Me voy a permitir transcribir un párrafo del discurso de clausura de la Asamblea de su partido, pronunciado en 1933, por el ilustre estadista español, don Manuel Azaña: “Proscribamos la política como una forma de holganza retribuida, sin otra aspiración que hacerse célebres en las reboticas de los pueblos; proscribamos la política convertida en oficio que degenera en rutina, que a su vez se convierte en una habilidad desalmada; proscribamos la corrupción que tapa las bocas que un día podrían ser acusadoras o testigos; proscribamos el caudillaje y el compromiso que prostituyen la razón de servir; proscribamos todo compromiso inconfesable, toda transigencia injustificable y afirmemos la necesidad de un Gobierno incorruptible, riguroso, vigoroso, responsable, tajante y emprendedor…”.
Es igualito a lo que hoy tenemos en México. Nadie va a venir a resolverlo de fuera. Cambiar esto es el desafío más importante que tenemos hoy los mexicanos y no se vale delegarlo en los políticos. Hay responsabilidades que les corresponden a los gobernados. Hagámonos cargo, empecemos por conocer nuestros derechos y deberes como mexicanos y ciudadanos, y luego sigamos con las funciones y obligaciones de quienes gobiernan. No podemos exigir cumplimientos que desconocemos. Este año hay elecciones, no votemos a ciegas.
El futuro es parcialmente inventable –apuntan por ahí, por Dios– inventemos el nuestro con el viento a favor de nuestros intereses, no más de los de los políticos rastreros que han contribuido con toda su desvergüenza a esta debacle que llevó a muchos hasta a votar por un mesías… y de pacotilla, en 2018.