Reabren cine en Franja de Gaza, después de 30 años
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El Sábado por la noche a 300 espectadores abarrotaron el cine Samer, el más antiguo de la Franja de Gaza, reabierto para la proyección de diez años, la película es sobre los prisioneros palestinos en cárceles israelíes. A partir de la primera Intifada de 1987, todos los cines habían sido cerrados
En franja de Gaza, el sábado por la noche se hizo historia, por ser la primera vez después de treinta años de abrirse las puertas de una sala cinematográfica, la más antigua de la franja. Tomando el lugar en las butacas vacías por décadas, trescientos espectadores que han asistido a la proyección de Diez Años, primera película en un cine de Gaza desde 1987, cuando la última sala cerró al público mientras continuaba la intifada (Rebelión popular palestina llevada a cabo por jóvenes en los territorios de Israel). Por una noche, para muchos fue una autentica primera vez, el cine Samer vuelve a tener vida.
Sobre la gran pantalla, se proyectó la historia de los prisioneros palestinos en las cárceles israelitas, en un largometraje del cineasta Alaa al Aloul, filmado enteramente en Gaza.
En diez años, se ha privilegiado el lado humano de los protagonistas, en primer plano respecto al conflicto israelí-palestino. Recurriendo a testimonios de primera mano, la película prueba a concentrarse en el dialogo, como antídoto al desprecio.
Espectadores del film, hombres y mujeres, que han ocupado libremente los lugares en la sala. “Tenemos necesidad de vivir como humanos, con cine, espacios públicos y parques” ha comentado Jawdat Abou Ramadan, entre el público que asistió.
Un fragmento de normalidad, en la emergencia cotidiana de la población de la franja, que vive de hecho en condiciones de guerra (en el último conflicto, en el 2014 perdieron la vida dos mil palestinos y 74 israelitas), que tienen que lidiar todos los días con el inconveniente estancamiento de negociación y bloqueos aéreos, terrestres y marítimos impuestos por Israel.
Los residentes de Gaza actualmente, solo pueden depender de dos horas de electricidad al día y la situación de salud precaria hace de cada momento, un desafío para la supervivencia.
Con información de Repubblica
