Solución pacífica
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Hay mucho sufrimiento venezolano.
De la gente que se quedó y de la gente que emigró. Hay varios escenarios posibles. El más violento es el de la invasión militar extranjera. Además de muerte y destrucción tendría un recrudecimiento de la tensión hemisférica. Es acción contraria al derecho internacional. Otro sería el que las fuerzas armadas apoyarán al presidente interino y exilaran al que tiene el poder por elección no garantizada. El escenario de renuncia exigiría una actitud poco probable. Un diálogo con una negociación podría ofrecer amnistía por aceptación del interinato que pueda convocar a elecciones libres y limpias para un nuevo mandato legítimo.
El reconocimiento multiplicado de la presidencia interina por creciente número de naciones es una presión externa que se suma a la interna de las manifestaciones. Las hay simultáneas de apoyo y de rechazo. La mediación sugerida y ofrecida por México y Uruguay podría encontrar una salida que no subrayara tanto lo de ganadores y perdedores. Un posible futuro gobierno de coalición podría tomar elementos valiosos de la línea bolivariana, cancelando la reelección y cuidando el respeto a los derechos humanos, combatiendo impunidades y corrupciones.
Tendría que tomarse el tiempo necesario para preparar un sufragio verdaderamente confiable, con observadores nacionales e internacionales, ofreciendo garantía de recuento sin fraude y tribunales imparciales que atendieran denuncias. El nuevo gobernante tendría que superar dicotomías, polarizaciones, descalificaciones recíprocas y propiciar un ambiente en que las diferencias no sean motivo de oposición y separación, sino de complementación.
Las naciones que ahora hacen coro para reconocimiento podrían después hacer con Venezuela un proyecto de ayuda humanitaria y de aportaciones generosas. La motivación central podría ser la prosperidad compartida en un progreso sustentable.
Un manejo sabio e inteligente en esta situación subcontinental podría ser un ejemplo para el mundo. Se cancela el camino de la fuerza, se logra la comunicación sana que logra acuerdos cediendo y aportando. Se va construyendo la paz intentando una unidad orgánica, integradora, abigarrada y múltiple. No hay perdedores y ganadores sino un sano nacionalismo con buena vecindad. La línea revolucionaria hará de sus errores experiencia, subrayando sus valores y desechando las deshumanizaciones.
Los grandes recursos petroleros no serán objeto de codicias en una época en que lo explosivo y combustible se va sustituyendo por energías eólicas, solares, hidráulicas con tecnologías robóticas e inteligencia artificial. Lo que creció hasta ser un gran problema puede ser una gran oportunidad si se logra el coloquio de madurez que supere mediocridades y mezquindades, con virtudes cívicas de esta raza cósmica de mestizaje mágico y por la cual habla el Espíritu...