Transformación en zapatos viejos
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México, donde por décadas ha sido normal la corrupción, los abusos y despilfarro desde el poder y la insensibilidad de quien gobierna. Donde por 30 años se ha experimentado con distintas fórmulas políticas y básicamente el mismo plan económico ortodoxo en manos de (y acotado por) los mismos. País que en el año 2000 la gente dio un manotazo en la mesa y logró, por primera vez, poner al antiguo sistema en jaque, ante lo que pudo bien haber sido una verdadera primavera mexicana. Los resultados ya conocidos. El jaque no fue jaque mate. Se conservaron las formas y los modos de antes, prácticamente sin cambios relevantes. La insensibilidad, la corrupción desbocada, el gradualismo y el tribalismo se apoderaron de la ambiciosa agenda del cambio. Fue en ese periodo que desde el más alto nivel se impulsó la idea de querer inhabilitar a quien percibían, desde entonces, como un enemigo que podría crecer del ámbito regional en el centro a una presencia nacional. Para quienes son opositores al actual gobierno y se sienten desahuciados y en un tobogán que no tiene otro destino más que la “venezolización”, deberían no olvidar que fue Vicente Fox quien no solamente nos quedó mal con sus promesas de cambio, sino quien al buscar el desafuero de López Obrador le inyectó las vitaminas políticas que necesitaba para posicionarse como una alternativa válida para los olvidados, para quienes se cansaron de la simulación y de ver cómo PRI y PAN jugaban voleibol con los recursos de la nación y los sueños de la población. Fox tiró por la borda la oportunidad de oro. Se hizo chiquito y ahora quiere actuar con autoridad moral, que no tiene, criticando todo lo que hace su enemigo más odiado, el de Tabasco.
Calderón, que apenas pudo (con muchos cuestionamientos) mantener el poder en manos del PAN, es un muy vocal crítico de la 4T, y ahora mejor se decidió a emprender un “negocio familiar” junto a su esposa, formando un nuevo partido político porque el que tenía antes (y que era la mejor opción para instaurar un cambio verdadero y duradero) decidió sabotearlo desde adentro, sin tomar prisioneros. Ante los limitados avances del PAN y mediante un aparente pacto con el PRI, regresó a Peña Nieto como el salvador que la patria necesitaba. Así, caímos en manos de lo que puedo haber sido la banda de “políticos profesionales” más rapaz y corrupta de la historia moderna desde la Revolución. Al mejor estilo de antes, se dice que hasta las cuchillerías se llevaron.
Nunca nos ha sorprendido la impunidad que se vive en México. Pero ahora es (debe ser) distinto. López Obrador pudiera tirar por la borda la oportunidad de oro, al estilo Fox, si no reconoce que una de las principales razones por la que la gente lo puso donde está, es para romper esa inercia de impunidad. ¡Nada de borrón y cuenta nueva! Lo acaba de decir esta semana, la justicia está por encima de todo. Y si verdaderamente quiere vanagloriarse de que su gobierno transformó al País, deberá reconsiderar cualquier pacto de impunidad (formal o no) con quienes han saqueado al país.
Los ciudadanos moderados que apoyan a la 4T y también quienes son férreos opositores, tienen en el tema de la impunidad el eslabón que los debe unir. Seguir pasando días enteros debatiendo si el Presidente debe andar descalzo como el más pobre de los mexicanos, o con zapatos nuevos acordes a los que un jefe de estado debe usar, es una pérdida de tiempo que no podemos permitir. Es momento de levantar el nivel del debate a lo que es realmente relevante y potencialmente transformador. Exigirle al Presidente que se boleé los zapatos, NO es ni transformador, ni relevante. Vamos contra la impunidad.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com