Tuve un hijo que fue dado en adopción y no sé si debo contárselo a mi familia.
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QUERIDA ANA:
Soy un hombre de 56 años de edad. He estado casado con mi esposa durante 29 años y tenemos tres hijos, dos casados, un hombre y una mujer, y una hija soltera. Mi esposa y yo nos llevamos muy bien y nos amamos mucho.
Cuando yo estaba por comenzando la carrera en la universidad, tenía una novia a la que quería realmente y ella a mí. Ella resultó embarazada y decidimos decirlo a nuestras familias. Las familias de ambos estuvieron de acuerdo en hacer una sencilla boda familiar y apoyarnos tanto económica como emocionalmente.
Pero faltando dos semanas para la boda, me sentí abrumado con la responsabilidad del matrimonio y de un bebé y me hice para atrás. Me di cuenta que no estaba preparado para eso y así se lo dije al sacerdote que iba a casarnos, en una plática que tuve con él, y le pedí que se lo dijera así a mis padres y a los padres de mi novia.
El sacerdote hizo lo que le rogué y la boda no se realizó, pero el padre de mi novia la mandó a vivir con unos parientes en una ciudad lejana, en Estados Unidos, y allá dio a luz a un niño, al que luego dio en adopción. Pero cuando se deshizo la boda, el padre de mi novia me dijo, bajo amenaza, que jamás permitiría que yo volviera a ver a su hija. Y a ella le dijo que la iba a mandar con esos parientes y que ya no quería que regresara a la casa. En mi casa nunca volvió a mencionarse el asunto, como si nada hubiera sucedido.
Mi novia me escribió desde donde estaba y estuvimos en contacto desde entonces hasta como tres años después que nació el bebé. Luego ella se hizo de un novio y me escribía muy esporádicamente y un día me dijo que iba a casarse. Yo, para entonces, ya había terminado la carrera y tenía novia formal y las cartas con mi antigua novia ya no se escribieron ni se recibieron. Hasta ahora no he vuelto a saber de ella.
Ana, fui un cobarde, y aún me persigue mi cobardía. Mi esposa está enterada del hijo que tuve, pero nunca les he dicho nada a mis hijos. Ahora me pregunto si estaría bien que les dijera a ellos del hermano que tienen. Le dije a mi esposa si estaría de acuerdo en que les dijera y ella me dijo que me apoyará en lo que yo decida. Un día pueden enterarse por otro medio, toda mi familia y la de ella lo supieron y también algunas amistades, a veces la gente no guarda los secretos para toda la vida, o quizás su medio hermano pudiera presentarse en casa; muchas cosas suceden en la vida, y preferiría ser yo quien los enterara. ¿Piensa usted que si los entero será una carga muy pesada para mis hijos? PADRE ARREPENTIDO
QUERIDO PADRE
ARREPENTIDO:
Enterar a sus hijos acerca de ese hijo que tuvo en su juventud, no creo que sería injustamente abrumador, al contrario, los preparará en caso de que alguien les haga un comentario al respecto o su hermano se presentara en el futuro. Usted sabe que en Estados Unidos los hijos adoptados son proclives a buscar a sus padres biológicos.
Y ahora me permito decirle algo que espero le ayude: Pienso que hizo lo correcto al decirle al sacerdote que no estaba preparado para la responsabilidad del matrimonio y de un hijo, y pedirle que lo comunicara a las dos familias. Y no tuvo la oportunidad de conocer o estar al pendiente de su hijo. Ahora es tiempo de que olvide la culpabilidad que ha estado sintiendo todos estos años y empiece a perdonarse a usted mismo. ANA
QUERIDA ANA:
Soy una mujer de muy baja estatura. No soy enana, pero mido 1.50 metros de estatura y realmente soy más baja que la generalidad de las personas. Desde niña mis compañeros de escuela siempre me dijeron "enana", y me fui acostumbrando a esas cosas, pero no siempre está el ánimo para soportar bromas de la gente y a veces me molesta que me digan cosas relativas a mi estatura. ¿Cómo debo actuar ante esas personas? Soy soltera y tengo 28 años.
CHIQUITA PERO PICOSA
QUERIDA CHIQUITA
PERO PICOSA:
Por favor no te sientas mal por los comentarios de personas insensibles, porque te aseguro que quienes hacen esos comentarios, ni son tus parientes, ni son tus amigos, ni personas que te aprecian o te quieren. Así, no permitas que lo que otros digan de ti altere ni tus sentimientos ni tu carácter. Ignóralos. Y te voy a contar una anécdota relativa a este tema: El ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Rubin, estaba de pie en una ceremonia en compañía de Janet Reno y otros miembros del gabinete. Alguien le preguntó: "¿Cómo se siente estar parado en seguida de todas estas personas altas?". Y Rubin respondió: "Como un dime entre centavos". "Dime" es una moneda que vale diez centavos estadounidenses, es más pequeña que los centavos, PERO VALE MAS.
ANA