Con el dinero baila el perro: Pero no compra títulos
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<span></span><span style="font-weight: bold;">Nueva York, EU.-</span> ¿Yanquis, Mets, Dodgers? El denominador común de los grandes millonarios de las mayores es que estarán mirando por televisión las series de campeonato. El dinero no compra ni garantiza títulos.
Fíjense en los Yanquis, el equipo más caro por amplio margen. Su abultada nómina, que roza los 190 millones de dólares en salarios, se despidió por tercer año seguido en la primera vuelta de los playoffs, casi sin patalear demasiado. Mets y Dodgers ni siquiera asomaron la nariz en octubre.
Y los primeros se vinieron a pique con el colapso más monumental en la historia de las mayores.
Tres de los cuatro equipos clasificados a las series de campeonato tienen nóminas que se encuentran entre las 10 más bajas de las 30 franquicias.
Casi todas sus principales figuras fueron formadas por ellos mismos por medio del "draft" y la contratación de prospectos en Latinoamérica. El mejor ejemplo lo ofrecen los Diamondbacks de Arizona y los Rockies de Colorado, los dos finalistas de la Liga Nacional.
La suma combinada de ambas nóminas da 106 millones, es decir, un poquito arriba de la mitad de lo que se gastan los Yanquis.
Los Indios de Cleveland, que enfrentarán a los Medias Rojas de Boston por el cetro de la Americana, figuran 23 entre 30, con un monto de casi 62 millones.
Como segundos en la lista, se puede decir que los Medias Rojas (143.5 millones) han sacado la cara por los millonarios. Y nada sugiere que despacharán a unos Indios que pueden vanagloriarse, porque puden dar la sorpresa.
La constante de la primera ronda fue cómo equipos chicos en teoría se deshicieron con facilidad pasmosa de los grandes. Colorado y Arizona barrieron en tres juegos a Filadelfia y a los Cachorros, respectivamente. Cleveland superó en cuatro a unos Yanquis que nunca metieron miedo.
Los multimillonarios como Derek Jeter y Alfonso Soriano no se hicieron notar, mientras que gente como Ubaldo Jiménez, Manny Corpas y Matt Holliday (Colorado); Grady Sizemore y Víctor Martínez (Cleveland); y Brandon Webb y Stephen Drew (Arizona) fueron las figuras descollantes.
"Es una muestra de los valores de antaño del beisbol: buscando talento, formándolos, armando el equipo desde abajo, ser paciente, tomar riesgos y que las cosas funcionen", dijo el manager de Colorado Clint Hurdle.
La falta de dinero ya no es excusa. Cuando perdieron por lesiones a Rodrigo López, Aaron Cook y Jason Hirsh, los Rockies supieron conseguir en las menores el auxilio para su rotación de abridores con el dominicano Jiménez y al venezolano Franklin Morales.
Cleveland hizo igual a la hora de solucionar sus problemas en la segunda base ante la floja producción de Josh Barfield.
Su gerente Mark Shapiro no levantó el teléfono para hablar con un colega sobre un canje, sino que llamó al venezolano Asdrúbal Cabrera.
Shapiro es precisamente el modelo ideal de ejecutivo que decidió comenzar de cero. Su decisión de enviar a Bartolo Colón a Montreal hace cinco años fue lo que puso en marcha la renovación de los Indios, una novena que a fines de los 90 y comienzos de esta década había sido protagonista frecuente de los playoffspero que luego decidió gastar menos. A cambio de Colón, Cleveland obtuvo al jardinero Sizemore, su primer hombre al bate.
"La gente se me quedó mirando perpleja. Muy pocos creyeron en nuestro plan, en nuestra manera de hacer las cosas", comentó Shapiro.
Lo cierto es que las diferencias abismales dejaron de existir en las mayores.
Aunque también pueden entrar en juego factores imperceptibles o inesperados, capaces de cambiar el rumbo de una serie, como fue la aparición de la nube de insectos en Cleveland que sacó de onda a los Yanquis en el segundo juego. La pregunta pendiente es si los mosquitos abultaron la nómina de los Indios.