Tigres vuelve a sus andadas
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Tigres volvió a sus andadas como en cada comienzo de torneo donde vuelve a ser rehén de la volubilidad futbolística. No es asunto nuevo ni que le traume demasiado, pero sí le inquieta.
Literalmente, Tigres se vació después de aquella fulminante presentación ante Puebla. Cayó en juego y se secó en cuanto a goles.
Se desconectó de la idea y como casi siempre le ha ocurrido con Ferretti en tiempos flojos, le cuesta oxigenarse porque le cuesta hacer algo diferente para romper la monotonía que le envuelve.
Y particularmente en el bache no suelen caer uno o dos jugadores, sino todos, incluido el entrenador y los motivos de las despresurización colectiva pueden ser diversos.
A veces se manifiesta en la fuga de nivel individual, en las fallas asociadas a la desconcentración, en las jugadas abortadas, en la pérdida de oportunismo y gol, y lo peor, en la intermitencia de su futbol.
De todas maneras, Tigres no es un equipo que se derrumbe fácilmente. Tampoco es un cuadro que necesite de la regularidad para cumplir con sus objetivos. En todo caso lo suyo es desconcertante y, contrario a lo que se puede suponer, esto lo hace más peligroso si vuelve a enracharse.
Sin embargo, hay cuestiones futbolísticas que influyen y que le han quitado poder de ejecución, y esto es en realidad lo que no puede perder de vista.
No es casual que el equipo haya perdido equilibrio y hablar de equilibrio no es defender mejor, sino balancear las líneas comenzando por el control que debe tener todo mediocampo.
Porque independiente del modelo que utilice (3-4-3 ó 4-4-2), Tigres hoy no posee volantes centrales de oficio para cimentar la zona. No tiene un contención natural que le marque la pauta en las transiciones y que, además de sacrificio, ofrezca seguridad y presencia.
Con Dueñas y Zelarayán el equipo ha perdido fuerza motriz en el medio. Una contención abierta que duplica funciones genera lagunas. Ninguno de los dos asume la responsabilidad básica del puesto. Son más ofensivos.
La diferencia se notó con Jiménez ante Puebla, un jugador que si bien no es volante, pero que reúne los requisitos para defender, quizás haya sido lo más cercano a lo que la región central debería ofrecer.
Y el problema en Tigres no es que ya no esté Pizarro, con todos y los beneficios que le daba al equipo. El problema es que no lo han reemplazado con otro volante de características similares.
Ferretti apostó a la improvisación para reparar la sala de máquinas, pero sin un repuesto original acorde a la función, ha debilitado el funcionamiento. Se cae el medio, lo resiente la defensa y por más que el ataque sea fenomenal, sin firmeza, se reduce el piso de garantías.