Simone Weil, La Virgen Roja
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Mujeres peligrosas (3)
Simone Weil (1909-1943), pensadora francesa de ascendencia judía, fue la conciencia crítica de una sociedad egoísta, asimismo, el referente obligado del cristianismo sin dogma y todo un ejemplo de congruencia entre la convicción y el ejercicio diario de la acción. Fue conocida en La Sorbona como la “La Virgen Roja de la tribu de Leví”, por ser judía, cristiana y fielmilitante de la izquierda.
A los 28 años de edad, Simone Weil dejó atrás una vida cómoda para enlistarse en la “Brigada Anarquista Durruti” y luchar contra el fascismo en la Guerra Civil Española donde, sin embargo, junto a otro combatiente republicano, el escritor George Orwell, se atrevió a denunciar los horrores cometidos por su bando en contra de los fascistas, como fue la matanza de Paracuellos, de la que siempre se culpó a Santiago Carrillo.
Conocida como “la portadora de los evangelios de Moscú”, luego de enterarse de las purgas estalinistas se opuso al comunismo soviético con una convicción demoledora: “Dentro de poco —dijo— se reconocerá a los verdaderos revolucionarios porque serán los únicos que no hablarán de revolución. Nada en el presente merece ese nombre”. Y cierto es que hoy en día nos alcanza ese reproche.
En un acto de plena congruencia, esta judía heterodoxa decide abandonar la comodidad de una cátedra universitaria para convertirse en obrera industrialy vivir, en carne propia, la dureza de la vida proletaria.
Simone Weil es profundamente religiosa pero rechaza el dogmatismo de la vela perpetua y la rodilla callosa. Ella es una cristiana primitiva que fustiga con dureza a idólatrasy burgueses.
Y tal vez a nadie le interese la vida de esta mujer extraordinaria que nos parece tan distante. Sin embargo, dos mexicanos se refieren a ella en términos encomiables; Octavio Paz, que coincidió con la Virgen Roja en un congreso de escritores antifascistas (Valencia, 1937) y Carlos Fuentes, que le dedica un capítulo lleno de admiración en su libro “Personas”.
Simone Weil, brillante filósofa, decidió convertirse en obrera para vivir en persona la desgracia de los demás, al respecto dijo: “Recibí para siempre la marca de la esclavitud, como la marca que los romanos ponían con hierro candente en la frente de sus esclavos”.
Hoy, en Saltillo, la Virgen Roja ya se hubiera sublevado contra ese fanatismo irracional que a diario se proclama en la Radio a la hora del Ángelus; “He aquí la esclava del Señor…” como si al Dios vivo le complacieran las esclavas.
De igual forma, Simone Weil criticó a los falsos revolucionarios teóricos; “No tiene sentido escuchar la verborrea que surge de esos parásitos de la revolución que jamás han padecido los rigores de la explotación”. Y lo mismo sucede hoy con uno que otro reconocido farsante, “aviador” de la SEP, que le ha dado por ostentarse como “luchador social”.
Simone Weil murió a los 34 años de edad víctima de su pragmatismo: refugiada en Inglaterra y quebrantada de salud por el rigor de las fábricas, se le impidió unirse a la Resistencia Francesa para luchar contra Hitler. Murió de inanición cuando, por solidaridad, se negó a comer más que la ración diaria dada a los judíos en los campos de exterminio. Así fue la Virgen Roja, ciertamente, una “mujer peligrosa”.