`Todas las personas son importantes, merecen su atención y cuidado.'
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TEMAS
QUERIDOS LECTORES:
Hoy continuamos leyendo la segunda parte del espléndido texto que mi amiga Chayito hizo el favor de enviarme. Si fue de su agrado, sigan leyendo.
LA IGUALDAD, EL AMOR, LA FE, EL VALOR DE LO PROPIO.
La igualdad: Examen. de conciencia.
Durante el primer semestre de la secundaria, un profesor nos dio un examen sorpresa. Yo era una estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas hasta llegar a la última: ¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela? Seguramente era alguna broma.
Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela: ella era alta, cabello oscuro, como de 50 años, pero ¿cómo iba a saber su nombre? Entregué mi examen dejando la respuesta a la última pregunta en blanco. Antes que terminara la clase alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen.
"-Absolutamente -dijo el profesor-, en sus carreras ustedes conocerán a muchas personas. Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque sólo les sonrían y digan buenos días".
El amor: La aceptación de todo.
Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para curarse una herida en una mano. Tenía bastante prisa y, mientras se la curaba, le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar porque tenía Alzheimer muy avanzado. Mientras terminaba de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
-No, -me dijo-, ella ya no sabe quién soy. Hace ya cinco años que no me reconoce-. -Entonces -le pregunté extrañado-, si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome una palmadita en la mano, me dijo: -Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella. Y es que el verdadero amor es la aceptación de TODO lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca más podrá ser".
La fe: Entregarse.
Imagina que un ángel está a tu lado en estos momentos. Silencio. Quédate tranquilo y piensa en todos los problemas que te gustaría solucionar. Todo lo que te angustia, te hace llorar, te oprime, te preocupa, te deja triste. Hasta tu miedo del futuro, de equivocarte, de escoger el camino errado. Piensa ahora en todo eso.
Abre tu corazón e imagínate entregando todo eso a Dios, a la vida, al Universo, o a aquello en lo que tú creas. Coloca tus manos en posición de entrega. Imagínate entregándolo ahora, como quien entrega un saco bien pesado a otra persona para que lo lleve.
Ahora imagina todo lo bueno que quieres que suceda, o lo que ya haya acontecido en tu vida. Momentos de felicidad, de amistad, de cariño, de paz, de amor. Coloca todo en tus manos, imaginariamente, y haz el gesto de guardarlo en tu corazón, como se guarda una joya en una cajita. Coloca aquel tesoro guardado muy dentro de ti, y di "Gracias", con mucha fe, de corazón. Agradece por todo lo bueno que quedó y por todo lo malo que salió. Cuenta hasta tres y respira bien profundo.
Ahora. imagina que el ángel voló y se llevó tus oraciones hasta Dios. Como mayor agradecimiento, envía esta bendición a quien tú crees que lo necesita y que pueda estar necesitando tu ayuda. Incluso para aquellas personas que aparentan estar maravillosamente bien.
Y que Dios te bendiga, hoy y siempre.
El valor de lo propio: El anuncio del periódico:
Un comerciante se encontró con un amigo escritor y le dijo: "Necesito vender mi propiedad, que tú bien conoces. ¿No te importaría redactarme un anuncio para ponerlo en el periódico?".
Y el amigo escribió: "Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas, rodeada por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo. La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la veranda".
Algunos meses después volvieron a encontrarse, y el escritor preguntó al comerciante si ya había vendido su finca.
-No pensé más en eso -dijo el hombre-. ¡Después de que leí el aviso que tú me escribiste, me di cuenta de la maravilla que tenía!