Discriminación

Opinión
/ 2 octubre 2015

Debiera cumplirse el paradigma jurídico según el cual varones y damas debemos ser iguales, recibir el mismo trato, gozar de las mismas oportunidades, bajo el sacrosanto manto de las leyes

La discriminación, según afirma nuestra Constitución, está prohibida. En todas sus formas, en cualquiera de sus presentaciones... No está permitida, venga de donde venga, salga de donde salga.

Pero, como todos bien sabemos, esas cosas que dice la Constitución, pues son un catálogo de buenos deseos, una colección de intenciones sanas que todos desean ver cumplidas... cuando están dormidos.

En la realidad, pero sobre todo en la realidad "real", las cosas vienen siendo... cómo les diré... pues distintas, más o menos alejadas de los ideales a los cuales consagramos nuestras plegarias y que el cielo rara vez escucha.

En el mundo que habitamos, los dioses juegan a ser malos. Bueno: al menos juegan a ser traviesos y se solazan en eso de llevarnos la contraria, en eso de no obsequiar nuestros deseos y atestiguar, con todo el morbo en ello implicado, la forma en la cual nos estrellamos contra la pared.

Y la explicación de ello es simple: la realidad está habitada por seres humanos, por individuos débiles, por meras marionetas de las divinidades que son incapaces de encontrar una distracción mejor a entretenerse con eso que el inmenso Jaime Sabines describió como "soldaditos de plomo, de carne y hueso...".

Por eso es que en la realidad por nosotros habitada, las metáforas constitucionales son sólo buenos deseos y todos los "ciudadanos", sin excepción, debemos conformarnos ante tal realidad.

Ahí está, por ejemplo, la metáfora esa de que los hombres y las mujeres somos iguales ante la ley... ¡Pamplinas!

Bueno: debo reconocer que está muy bien que no seamos iguales... Eso sería sumamente aburrido y no le agregaría, a la aridez existencial, ningún elemento de contraste capaz de imponerle algún tinte de excepción, una nota peculiar, un elemento de contraste...

Pero eso no quita que debiera cumplirse (pues de otra suerte sería inútil), el paradigma jurídico según el cual los varones y las damas debemos ser iguales, es decir, recibir el mismo trato, gozar de las mismas oportunidades, bajo el sacrosanto manto de las leyes.

Y eso, damas y caballeros, no ocurre en nuestra realidad cotidiana. Es letra muerta el imperativo constitucional según el cual los hombres y las mujeres no deben ser discriminados desde ninguna óptica, desde ninguna trinchera, desde ninguna posición.

Las feministas sin duda coincidirán con el argumento a estas alturas y se pondrán de pie para aplaudir y vitorear al gallardo articulista que es capaz de reconocer la existencia de un mundo machista: lanzarán flores y vivas en dirección acá, a su charro negro, por atreverse a denunciar los excesos en los cuales ha incurrido su género a lo largo de la historia.

Y desde este lado de la mesa se agradecerán los vítores porque, entre otras cosas, pues suelen ser muy escasos...

Pero, a fuerza de ser honestos, tendremos que decir que nuestra alocución no se refiere a la discriminación que no pocos habitantes de género masculino hanpracticado históricamente en contra de muchas integrantes del género contraparte, sino exactamente al revés.

¡En serio! En nuestros días, la discriminación ha sufrido volteretas improbables, ha dado giros inesperados, cobrado matices que difícilmente pudieron predecirse... ¡Ni Walter Mercado, vaya!

¿No me cree? Pues nomás encienda la tele y póngale en cualquier canal que tenga en su programación un noticiario de televisión, es decir, un programa que incluya entre sus secciones una en la cual se dé cuenta del estado del tiempo y su pronóstico.

¿Qué aparece en la pantalla cuando se anuncia que "a continuación" se nos proveerá de información sobre el estado del tiempo? ¡Todos los sabemos! Al menos en la telera nacional, lo que aparece es una despampanante fémina capaz de parar el tráfico incluso en el periférico capitalino a la media noche.

¿Por qué se requiere poseer pronunciadas curvas y una voz seductora para informar sobre el clima en Atotonilco, el Chico?

Personalmente no alcanzo a comprenderlo. No estoy seguro si la anatomía femenina es capaz de hacer que pongamos más atención a las previsiones climatológicas o si el hecho de que una voz sensual nos informe sobre la temperatura nos ayuda a estar más conscientes de la necesidad de salir de casa con impermeable.

Probablemente a ciertas personas les resulte mucho más interesante conocer de las previsiones climatológicas de voz de una sensual presentadora que adentrarse en los prolegómenos de la meteorología de la mano de Juan Carlos Hiracheta -como le ocurría a mi generación.

Pero de lo que no tengo duda, es que se trata de un caso severo de discriminación: los varones han sido desplazados -por carecer de un anatomía aerodinámica- de los espacios del clima en la televisión nacional.

O a lo mejor es que no se depilan adecuadamente...

¡Feliz fin de semana!

carredondo@vanguardia.com.mx

Twitter: @sibaja3



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