Antivacunas un peligro en medio de la pandemia
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Existen muchos países que aún luchan por lograr dosis suficientes para vacunar a su población contra COVID-19, en otros en cambio, tienen dosis en exceso y un porcentaje de su población se niega a ser vacunada, al cual se le ha tratado de convencer con incentivos o con restricciones, pero en la mayoría de los casos no ha funcionado.
El porcentaje de la población en países desarrollados que se niega a recibir vacunas oscila entre el 18 y el 25 por ciento dependiendo del país, cifras que son muy altas, sobre todo porque mucho de esos porcentajes se concentran en adultos mayores, que son el sector poblacional más expuesto al virus.
A pesar de que mucha población con cuadro completo de vacunación ha sido hospitalizada por COVID-19 y que en algunos países el porcentaje de hospitalizados vacunados y no vacunados se parece, no hay que dejarse engañar por ese primer vistazo, porque cuando los datos se leen con cuidado es fácil observar que las probabilidades de ser hospitalizado y sobre todo de morir por COVID-19 se incrementan de forma significativa por no estar vacunado.
Baste un ejemplo, en España el 44.4 por ciento de los pacientes hospitalizados estaban vacunados y el 55.6 no. A primera vista parece que el efecto de la vacuna es muy leve para evitar la hospitalización, pero hay que tomar en cuenta que el 80.2 por ciento de la población está vacunada, y el 19.8 no, eso quiere decir que en el 20 por ciento de la población concentra más de la mitad de las hospitalizaciones y la mayoría de las defunciones.
De hecho, del rango de edad de los 12 a los 29 años tienen 6 veces más probabilidad de fallecer los no vacunados frente a los vacunados, de los 30 a los 59 años la probabilidad es 5 veces más alta, de los 60 a los 79 años la probabilidad es 19 veces más alta y en el grupo de más de 80 años la probabilidad de morir es casi 17 veces más alta en los no vacunados.
En resumen, las vacunas no impiden contagios, pero reducen los casos más graves, evitando hospitalizaciones y sobre todo la muerte, de forma que los antivacunas son un peligro para ellos mismos y para sus familias.
Por ello, no creo que sea reprobable que los países y los gobiernos subnacionales desarrollen políticas para obligar a las personas a vacunarse, por ejemplo, evitar la entrada de las personas a recintos y lugares públicos como estadios, museos, teatros, cines, restaurantes y hoteles, solicitando la prueba de vacunación, como ya se hace en Francia o a nivel subnacional en el estado de Nueva York.
Se podrá argumentar que dichas políticas restringen la libertad, pero las mismas no son diferentes al uso de cubrebocas y se implementan con el objetivo de proteger a la población, para cuidar su salud y salvar vidas, es ahí donde reside su validez e importancia, por tal motivo veo acertado que en Coahuila se exija en breve la prueba de vacunación en la entrada de sitios públicos, para lo cual lo ideal es que la misma vaya acompañada de puntos de vacunación para las personas que faltan de aplicarse la vacuna.
victorsanval@gmail.com
@victorsanval