Café Montaigne 234
Desde hace algunos años sigo la literatura que fluye de la pluma del escritor argentino avecindado en Canadá, el cual y ahora al parecer, regresó a su país, Alberto Manguel. Erudito, lo considero uno de los hombres más sabios que escriben en el mundo de habla hispana, sólo comparado con otro monstruo de la filosofía y de las letras el cual se unió a la eternidad: Umberto Eco.
Manguel escribe regularmente para el diario El País de España y es autor de algunos de los libros más perturbadores en los últimos años, entre éstos se cuentan: “Una historia de la lectura”, “Diccionario de lugares imaginarios”, “La biblioteca de noche” y un libro portentoso que es inagotable: “En el bosque del espejo”. Manguel, en larga entrevista para el diario El País, (una de tantas) declaró: “Leer será en el futuro un acto de rebeldía”. Más adelante: “El amor por la lectura se aprende, pero no se enseña. Nadie puede obligarnos a enamorarnos... El capitalismo actual no puede permitirse un consumidor lento, y la literatura requiere lentitud”.
¡Uf! qué reflexiones, las cuales explotan en nuestra precaria y pálida memoria y razonamiento. El oráculo ha hablado, el oráculo se ha cumplido fielmente al día de hoy. Las ideas de Manguel llegan y se instalan en nuestro primitivo alfabeto. El erudito que escribe lo mismo en español, francés e inglés, nos da varias pautas de conducta en sus aforismos: la lectura y el amor por los libros no se puede enseñar, se mama. Y claro, el libre mercado y la práctica del neoliberalismo salvaje que domina, obliga a consumir y desechar. De aquí entonces que un viajero lento, como lo es un lector, es un peligro para la economía global.
Vuelvo al aforismo perfecto del escrito argentino: “Leer será en el futuro un acto de rebeldía”. Ya lo es. Y claro que usted lo recuerda, los panistas no saben leer. Nunca lo han hecho. Son cresos, nada más. Cuando el inefable e insufrible Vicente Fox, ahora ex presidente de México, andaba según él dictando una sesuda conferencia en Los Ángeles, California en los USA, dijo que Mario Vargas Llosa era el “Nobel colombiano”.
La cuestión anterior no es sólo un yerro, sino que demuestra y evidencia escandalosamente de qué están hechos los políticos que nos gobiernan. Todos sabemos que los políticos no van a la escuela ni leen, aunque hay sus buenas excepciones. Una de ellas que es ejemplar: poca gente sabe que, cuando Carlos Salinas de Gortari se convirtió en el “villano favorito de los mexicanos”, éste se fue exiliado a Dublín, Irlanda, por un solo motivo: fue a impartir cátedra de literatura, especializado en... ¡James Joyce!
Y llegamos al estado de la cuestión hoy: viene a cuento porque dentro de poco se va a celebrar (el 16 de junio) el famoso “Bloomsday”. Bueno, siendo francos y honestos, famoso para los lectores y sólo para algunos pelagatos y tozudos como yo. Es decir, gente se entrega a recorrer el periplo el cual cumplió el protagonista ese día en Dublín, Irlanda. Pues sí, como ir a recorrer los caminos de Edgar Allan Poe o los lugares donde se desarrollan las tramas de los textos de Stieg Larsson.
ESQUINA-BAJAN
Estoy leyendo, acometiendo por segunda vez leer completo las más de 800 páginas de “Ulises” de James Joyce. Lo he intentado una vez, desistí. No pude con el enjambre de palabras; lectura dura, difícil. Y claro, dudo quién lo haya leído y anotado aquí en Saltillo. ¿Lo leyó Alfredo García en su momento? Seguramente sí. Y es “Ulises”, como la “Odisea”, “Don Quijote” de Miguel de Cervantes Saavedra o la misma “Rayuela” de Julio Cortázar, libros que todo mundo cita... pero jamás han leído.
Al momento de redactar esta nota, llevo más de 700 páginas de dicha novela traducida (cosa imposible, ya se lo contaré) a todas las lenguas del mundo y no, no entiendo ni un carajo. La leo para ofrecerle aquí un tríptico de textos al respecto porque se acerca, lo dije antes, el 16 de junio y desde 1954, en Irlanda, se celebra el “Día de Leopold Bloom”, el protagonista.
El divino ciego Jorge Luis Borges en alguna conferencia, la cual ignoro si está recogida en libro editado, diserta sobre un tema nada sencillo: ceguera y literatura. Borges, al inicio de su conferencia en Buenos Aires, es conducido a su silla, en un escritorio al centro del escenario y frente al micrófono, por quien usted ya adivinó: su asistente y posteriormente su esposa y compañera, María Kodama.
Implacable, dueño de la situación ante un atiborrado auditorio y armado con la inteligencia, la memoria intacta y la cita justa, Borges, con la ironía en la punta de la lengua; ironía que no se perdona ni a sí mismo, habla de su “modesta ceguera personal”. Modesta, dice, porque un ojo ya no ve nada y con el otro, atisba colores que van del azul al verde y sobre todo, y esto fue lo que me impresionó, Borges hablaba de que veía siempre un color amarillo; pero nunca, nunca la ceguera es negra.
Borges en dicha conferencia trazó entonces un linaje escogido de ciegos (o medio ciegos) en la literatura mediante citas, versos de memoria (en alemán, francés, inglés y latín... uf), “recuerdos falsos” y otras estratagemas. ¿Ciegos o medio ciegos o citas de ciegos?
LETRAS MINÚSCULAS
Borges habló de Homero, ese ángel caído de John Milton, James Joyce, citó a Oscar Wilde, no podía falta Shakespeare...