Confusiones de la actualidad: una economía ‘acelerada con freno de mano’
Esta semana la información económica podría resultar confusa para alguien no versado en el tema. Por un lado, la inflación baja a 6.24 por ciento en la primera quincena del mes de abril a tasa anual. Un buen resultado tomando en cuenta que hasta hace un mes la preocupación por este tema era vital para el gobierno federal y sus planes, sobre todo porque el costo de la deuda podría seguir aumentando derivado del aumento en paralelo de las tasas de interés. Por el otro lado, la economía ha entrado en su fase de crecimiento de inicio de año dando la sensación de abundancia en el país. De aquí en adelante, la preocupación será saber hasta dónde se podrá bajar la inflación, porque ante las elecciones presidenciales, para el partido en el poder es necesario mejorar lo más que se pueda todos los indicadores porque servirán como medio publicitario. La siguiente pregunta en dos semanas será si el Banco de México mantiene la tasa de referencia o la vuelve a subir 25 puntos base para terminar de una vez por todas con cualquier chispa inflacionaria que pudiera presentarse en el futuro, aunque a costa del propio crecimiento económico del país. Ya se sabe que, si el banco central aumenta la tasa, baja la inflación, pero se reduce el crecimiento de la economía.
En el mercado cambiario, el dólar se encuentra debilitado por razones similares a lo planteado en el párrafo anterior. El asunto empieza por explicar que las monedas se fortalecen cuando las tasas de interés de referencia suben, pero si las otras monedas hacen lo mismo, técnicamente no hay diferencia. México ha mantenido y hasta incrementado su diferencial de tasas de referencia entre con respecto a Estados Unidos, mientras en México tenemos un 11.25 por ciento con una inflación de 6.2 por ciento (tasa real de 5 por ciento), en Estados Unidos tienen un 5 por ciento (marzo de este 2023) de inflación con una tasa de referencia del 4.75 por ciento (tasa real del -0.25 por ciento). Como puede verse, México es una alternativa ideal para los capitales “golondrinos” esos que vienen a tomar ventaja de estos detalles precisamente y que no generan ni empleos ni beneficios directos para la sociedad. Hay que ser claros que esta es una de las razones principales para un tipo de cambio tan bajo, aunque hay más como el aumento de las exportaciones manufactureras que han crecido más del 8 por ciento a tasa anual en marzo, las remesas internacionales que envías los países, que han estado alcanzando récords importantes mes con mes, demostrando que en nuestro país no hay oportunidades laborales. A pesar de que para muchas personas, un tipo de cambio es sinónimo de que la economía se encuentra “bien”, esto no necesariamente es correcto. Por ejemplo, para los exportadores es una situación negativa, lo que venden literalmente vale menos pesos, un 10 por ciento menos, y tomando en cuenta que ese pudiera ser el margen de ganancia, muchas empresas tienen hoy nulas utilidades. Caso contrario para los importadores que pueden traer muchas cosas del mundo a precios más baratos y competir contra los productos mexicanos más exitosamente. Para las maquiladoras internacionales, esta situación es menos favorable pues el costo de la mano de obra se encarece por cuestiones financieras y no operativas, reduciendo de manera automática nuestra competitividad.
Sin embargo, una de las contradicciones que vemos es que en marzo se registró un superávit de la balanza comercial por mil 169 millones de dólares, aunque en los primeros tres meses de este turbulento 2023 la balanza presenta un déficit de 4 mil 801 millones de dólares. Estos datos deben analizarse detenidamente pues por un lado el dólar está más barato y se exporta más, hecho que va en sentido contradictorio con la teoría económica. Sin embargo, esta situación puede atribuirse a que dada la baja del dólar se han importado una mayor cantidad de insumos que se han utilizado para exportar más productos que tienen un precio considerablemente mayor a las importaciones. Si esto es correcto, estamos ganando productividad y en consecuencia competitividad, algo sumamente positivo para las tribulaciones actuales del país y que explican porqué algunos analistas (entre ellos yo) señalan para México un crecimiento económico mayor del 2 por cietno para este año. Analizando la balanza a nivel trimestral ya la “cosa” cambia porque hay un déficit que se puede explicar porque en enero y febrero son meses de baja producción o de arranque en el sector manufacturero y por consiguiente bajas ventas, marzo ya es un mes con tendencia “normal” y marca la distribución operativa que tendrán el segundo y tercer trimestre. Por lo anterior la expectativa es favorable y se espera un superávit pequeño a final de año, lo que ayudará al fortalecimiento del crecimiento económico.
Todo parece indicar que la economía va muy bien, pero hay que ser cuidadosos dentro del análisis pues el consumo, a pesar de que su indicador oportuno anticipa un crecimiento del 5.5 por ciento, este resultado no es bueno para la economía en su conjunto pues está muy cercano a la tasa de inflación actual, lo que sugeriría para el futuro un repunte inflacionario que echaría a perder lo logrado hasta el momento. El propio presidente de la república habló de que el consumo se ha mantenido fuerte, y eso es correcto. El problema es que eso reduce las posibilidades de equilibrar la inflación, las tasas de interés y el consumo agregado.
Podemos ver cómo la economía nacional esta en una situación de “aceleración con el freno de mano puesto” literalmente. Aunque podemos ir más rápido y crecer, no es adecuado porque la inflación se desbordaría. Hay oportunidades económicas como el nearshoring para los estados fronterizos, pero muy poco de que hablar en lo económico para el sureste. Los desequilibrios actuales no han permitido una mejor distribución de los recursos y persiste en aquella parte del país la pobreza, sostenida por una falta de empleo crónica y desde luego una falta de empresas que lleven conocimiento y tecnología para completar el ciclo de desarrollo intelectual de las universidades. Así es México, un país de desequilibrios más que de contrastes, como lo argumentan los otros datos.
Encuesta Vanguardia
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