De a $10 pa’ la campaña
Felicidades Sebas por su reciente matrimonio
La fantasía de la movilidad sigue siendo un espectro que utiliza el gobierno municipal en la capital coahuilense para engañar a las y los ciudadanos de Saltillo. Existen antecedentes deplorables como la pantomima del tan prometida y “visionaria” ciclovía, que a propósito, cada kilómetro de esta, les costó 1 millón de pesos aproximadamente a las y los saltillenses, siendo un total de 14.4 kilómetros en la primer etapa durante la administración de Jericó Abramo Masso. Este proyecto fue una burla, pues lo único que hicieron fue poner bordos de fibra de plástico comprimidos de color negro en el asfalto para dar forma al carril de la vía y evitar hacer una modificación radical al piso en vez de colocar un pavimento especial para bicicletas; solo fue un elefante blanco más. Cabe recalcar que esa “magno obra” jamás se consultó con el pueblo para preguntar si era prioridad para las y los saltillenses, fue una decisión que se tomó en lo más alto de la administración de ese entonces. Para colmo está inutilizada por su falta de mantenimiento, orillando a los ciclistas a poner en riesgo su vida entre las calles de la ciudad.
No olvidemos la farsa más grande de la movilidad y la sustentabilidad en la época contemporánea de la ciudad como lo es la modernización del transporte público, una demanda que desde hace décadas la ciudadanía de Saltillo a demandado pero que jamás ha sido escuchada: rutas accesibles, cómodas y tarifas justas. Incluso, el tema de la renovación del transporte público es usado demagógicamente para hacer politiquería barata, con promesas proselitistas para captar votos por el partido oficial en el estado en tiempos de elecciones, sin embargo, al llegar a la administración municipal se olvidan y todo queda tan solo en una promesa vacía, pero que, sin duda, algún día se hará justicia a esa montaña de demandas populares. No obstante, las administraciones municipales que encabeza el Partido Revolucionario Institucional -PRI- fingen “muy bien” la modernización, hace una gran parafernalia para anunciar su supuesta modernización, haciendo de esta su máximo logro, el cual consta de repintar de blanco las unidades, promocionando al Instituto Municipal del Transporte como la autoridad suprema de ese gran acierto de vanguardia en la movilidad del transporte público, mientras que silenciosamente incrementan el precio del pasaje, sin consultar a quienes a diario hacen uso de este medio de transporte si esta acción es pertinente o no. La autoridad municipal olvida lo elemental, otorgar un servicio digno y de calidad para los más de 200 mil usuarios que lo usan diariamente.
No obstante, una vez más arremetieron los amantes de “la movilidad y sustentabilidad en Saltillo” con las y los saltillenses, con su falta de inclusión y con sus decisiones cupulares desde la oficina del tercer piso del edificio del Instituto
Municipal de Planeación IMPLANen el Blvd. Colosio, en donde laboran “los intelectuales y teóricos orgánicos” de la tecnocracia de papel del urbanismo, la planificación, la movilidad y la sustentabilidad del municipio; su magnífica idea es poner parquímetros en el centro histórico de la ciudad con un proyecto llamado “espacio” que fue aprobado por unanimidad por el cabildo del municipio en 2019 durante la administración de Manolo Jimnez imaginense si llega a gobernador-, este proyecto de parquímetros, los cuales van a cobrar 10 pesos por hora, pretende resolver el acaparamiento de los cajones de estacionamiento para que exista flujo vehicular, sin embargo, las políticas públicas no son un tema de improvisación, la propuesta carece de un análisis serio, de un proyecto de lo que debe ser una política pública que debe cumplir ciertos elementos como lo es: un previo estudio amplio del lugar donde se implementará así como una consulta de las posibles personas afectadas. Quizá no saben que aún hay miles de familias que frecuentan el centro de la ciudad para realizar tiempo de recreación o para trabajar. Se puede interpretar como privatización del espacio público donde solo algunos pueden disfrutar de las calles, pero como la tecnocracia local es amante de lo ajeno y prioriza lo privado antes de lo público “por su eficiencia y eficacia” porque es más responsable en su cuidado y protección, hacen este tipo de obras y las catalogan como la panacea de la movilidad, mientras afectan a los sectores vulnerables del municipio.
Pero eso no es todo, hay algo extraño que se debe marcar con tinta muy fosforescente, esto es, el uso de lo recaudado por los parquímetros en los 3000 cajones de estacionamiento. El gobierno municipal plantea que la recaudación se vaya a un fideicomiso para que el 50 por ciento de la recaudación sea utilizado para el fomento del centro histórico -algo que se aporta en el predial año con año- y el 50% para una asociación civil “sin fines de lucro”. No obstante, es un enigma porque no dice quién es el beneficiario de tal fideicomiso y tampoco cuál es la asociación civil. Si bien, lo anterior es extraño, lo preocupante es que ¿por qué ahora? Si fue aprobado en 2019, ¿será porque está cerca de iniciar un proceso para la contienda electoral de gobernador? Pero lo más misterioso es que, como ya lo mencioné, el gobierno municipal no ha dicho públicamente cuál será la asociación civil beneficiara del 50% de lo recaudado, o ¿Usarán una “asociación civil” para financiar una parte de la campaña de Manolo Jiménez? Continuará siendo un misterio mientras que el gobierno municipal no aclare esa discrecionalidad y les resuelva a las y los vecinos que serán afectados, así como a la ciudadanía que disfruta de las calles del centro de Saltillo.
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