El Gobierno reparte abrazos... y los criminales, balazos
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La impunidad con la cual actúan los grupos criminales en México da cuenta del fracaso absoluto de este gobierno en la tarea de recuperar el control del territorio
Las imágenes que inundaron ayer por la tarde las redes sociales son escalofriantes: un grupo de individuos armados, presuntos integrantes de una organización criminal, mantienen a un grupo de civiles desarmados contra una pared. En algún momento comienzan a escucharse detonaciones y después de unos cuantos segundos la secuencia se acaba en medio de una nube de polvo que dificulta tener claridad sobre lo que ocurrió.
El video, aparentemente capturado por vecinos del poblado San José de Gracia, perteneciente al municipio Marcos Castellanos, en Michoacán, daría cuenta del “fusilamiento” de hasta 17 personas quienes se encontrarían en un velorio del cual fueron sustraídos para luego ejecutarles.
Al cierre de esta edición era todo lo que se sabía y ninguna autoridad, ni estatal ni federal, había emitido un reporte oficial para tener mayor claridad sobre los hechos ocurridos en esta población ubicada en los límites de Jalisco y Michoacán.
Pero tampoco nadie había salido a desmentir la especie relativa a la presunta ejecución de las personas, aunque en algunos reportes se hablaba de un número menor de víctimas.
En las próximas horas, con toda seguridad, se irán conociendo los detalles de los hechos y, si se confirma la información originalmente difundida –así sea parcialmente, una vez más estaremos ante la evidencia de que la política de “abrazos y no balazos” que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha defendido a lo largo de su sexenio es incapaz de contener la violencia.
En cada ocasión que se le presenta, el titular del Ejecutivo nos recuerda que el gabinete de seguridad pública del Gobierno federal se reúne todos los días a las seis de la mañana y que eso demuestra el compromiso que existe para revertir las condiciones de inseguridad del país.
Los resultados, sin embargo, no ofrecen evidencia para documentar el optimismo y creer que este “esfuerzo inédito” que se presume cotidianamente esté dando resultados distintos a los que se tuvieron en los dos sexenio anteriores.
Cuando mucho, como se ha informado en los últimos meses, lo que ha ocurrido es que la tendencia de crecimiento en el número de homicidios dolosos que se registran en el país se ha detenido. El problema es que se ha quedado estacionada en una meseta muy alta que no puede considerarse ninguna evidencia de éxito.
Lo de ayer, con independencia del número de muertos que finalmente se confirme, constituye además la prueba contundente que de los grupos criminales actúan con la más absoluta impunidad y desarrollan sus actividades a plena luz del día sin temor alguno a las autoridades.
Y así, mientras el Presidente sigue repartiendo abrazos, los criminales se disputan a balazos el control del territorio nacional imponiendo sus reglas cada vez a un mayor número de ciudadanos que, exactamente igual que hace dos sexenios, han sido abandonados a su suerte por el Gobierno de México.