¡El Nobel de la Paz para ANLO!
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Al arranque del período anual de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas es tradición ver a los presidentes, primeros ministros o jefes de estado de los países integrantes del organismo acudir a las instalaciones de la ONU, en Nueva York, y pronunciar discursos para fijar posición sobre los temas relevantes de la agenda planetaria.
El cambio climático, la necesidad de acelerar el uso de energías limpias, la desigualdad social y, por supuesto la guerra, suelen ser los temas a los cuales se refieren de forma prioritaria quienes usan la tribuna en estos días durante los cuales se recrea el denominado “debate general”.
De acuerdo con el calendario de este año, el citado debate inició el martes pasado y concluirá el próximo lunes. Hasta ayer, los representantes de 139 naciones del globo -incluida la nuestra- habían subido a la tribuna para manifestarse, entre otros temas, sobre la guerra en Ucrania.
He revisado con atención los reportes de prensa de los últimos cuatro días e incluso he leído o escuchado algunos de los discursos completos. Esperaba encontrarme, de forma inevitable, con docenas de referencias -y adhesiones, desde luego- a la “propuesta de pacificación global” planteada hace una semana por el mesías tropical en el marco de la conmemoración de nuestra Independencia.
Pero no... 139 presidentes, jefes de estado o primeros ministros después, nadie se ha referido a la extraordinaria propuesta lanzada desde tierras totonacas. Seguro ha de ser porque, como bien lo dijo nuestro Perseo de Pantano, pues no le han entendido o, como en aquella película protagonizada por Bill Murray, muchos andarán todavía perdidos en la traducción.
Y por eso les envió al carnal Marcelo, alias el canciller de las selfies necrófilas, a explicarles -supuestamente- con detalle la iniciativa de pacificación, no sólo para Ucrania sino ¡para el planeta entero.
Pero, ¡oh, decepción!, el Canciller no solamente no amplió la exposición, sino incluso dijo menos de lo mencionado el 16 de septiembre en el zócalo capitalino. En su discurso de cuatro páginas y media, Ebrard dedicó ¡tres párrafos! a supuestamente “explicar en detalle” la propuesta.
No dijo nada nuevo e incluso redujo el alcance inicial del planteamiento. Repitió la bobada de nominar al primer ministro indio Narendra Modi, el secretario General de la ONU Antonio Guterres y el papa Francisco pero ahora para integrar “una comitiva”, ya no encargada de lograr el cese inmediato al fuego, sino de “promover medidas de fomento de la confianza entre la Federación de Rusia y Ucrania que permitan generar las condiciones para acercar a las partes a los mecanismos de solución pacífica de las controversias que señala la Carta de las Naciones Unidas”.
Y sobre la tregua global de cinco años para suspender todo conflicto bélico en el planeta... no dijo ni pío.
Si no fuera trágico sería cómico.
Pese a ello, los acólitos del Iluminado de Macuspana ya deben andar recolectando firmas para enviarlas a Oslo y demandar el único reconocimiento capaz de valorar el esfuerzo realizado por el presidente (con minúscula) para largar una de esas propuestas cuya incubación solo es posible, como diría el inmortal Germana Dehesa, en la total ausencia de actividad cerebral.
aristas
Nadie se fije, por cierto, en la nimiedad de cómo México sigue siendo un auténtico campo de batalla donde cotidianamente son asesinadas decenas de personas a manos de criminales cada día más impunes a quienes les debemos padecer ya el sexenio más sangriento de la historia.
Menos aún se fijen en la única propuesta con la cual mister “yo siempre tengo otros datos” se plantea pacificar el país: híper militarizar la vida pública.
Si no fuera trágico sería cómico.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx