EL POBRE
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Ahí va, es inconfundible. Camina cabizbajo y sus ropas están muy maltratadas. Por su viejo zapato se asoma un dedo de su pie y su camiseta está sucia y toda agujerada, pero lo que menos le importa es su aspecto, sólo quiere algo para comer. Cuando anda por las calles y extiende su mano para pedir dinero, hay quienes lo desprecian y le sacan la vuelta, otros, ni siquiera notan su presencia. No sé si tenga nombre o no, pero todos lo conocen como “el Pobre”.
Él no tiene pan para guardar en la alacena, ni alacena para guardar el pan. Tampoco tiene una casa para colocar una alacena, ni un pedazo de tierra para construir una casa. “El Pobre” sólo tiene la esperanza de subsistir cada día y de encontrar algo para comer.
Una tarde su vida cambió por completo. Como de costumbre, iba por las calles pidiendo limosna cuando vio a lo lejos a un señor vestido con un fino traje. Se le acercó y con voz temblorosa le pidió que le diera algo para comer. Aquel señor se molestó mucho y le dijo que era un desvergonzado por andar pidiendo dinero, en vez de trabajar y ganárselo con sus propias manos. “El Pobre” se quedó pensando en lo que el señor le había dicho y creyó que tal vez tenía razón. Entonces caminó de nuevo por las calles, pero esta vez para conseguir trabajo. Como lo veían tan pobre nadie le ofrecía un empleo, pues creían que no sabía hacer nada. Pasaron los días y no encontraba el deseado trabajo. Cientos de puertas había tocado ya y ninguna se abrió para ayudarlo. Cuando estaba al borde de la desesperación, se encontró de nuevo a aquel señor que lo había hecho reflexionar y le dijo : “Buenas tardes señor, no vengo para que me dé una limosna, sino para que me ofrezca un trabajo. Tengo varios días tratando de ganarme el pan con mis propias manos, pero de nada me ha servido, pues todos creen que soy un inútil”. Esta vez el señor fue menos duro con él y le pidió que se presentara a la mañana siguiente en una de sus fábricas.
“El Pobre” llegó puntual a la cita y para esa tarde ya se estaba trabajando. Al momento de recibir su primer sueldo, descubrió que el dinero que le habían dado era menos de lo que le habían ofrecido inicialmente. Muy enojado fue a reclamarle al contador y él le explicó que le habían rebajado parte de su sueldo para pagar impuestos al Gobierno, por el Seguro Social, el Infonavit y por su ahorro para el retiro. “El Pobre” no dijo nada y siguió trabajando arduamente conformándose con lo poco que le pagaban.
Después de un tiempo, supo que su dinero no era en realidad para el Gobierno, sino para saciar la ambición de un grupo de funcionarios cuya ocupación consistía en hacer promesas y no cumplirlas, llenándose mientras tanto sus bolsillos con el dinero del pueblo. Decepcionado por su experiencia laboral, decidió dejar de trabajar y volvió a desempeñar su antigua profesión. Es cierto que en las calles ganaba menos dinero, pero cuando menos era de él y no tenía que regalárselo a personas injustas y deshonestas.
Así como “el Pobre”, miles de trabajadores mexicanos sufren por la reducción exagerada a sus salarios, pero sufren más aún al darse cuenta que su dinero no se emplea realmente en obras para el bien comunitario, sino más bien para pagar el dinero que se han robado algunos funcionarios públicos y empresarios.
Durante el gobierno de López Obrador se ha hundido nuestra economía aun cuando otros países ya recuperaron el nivel que tenían antes de la pandemia. Y todo es explicable cuando tenemos a un presidente preocupado más en hablar que en actuar. Las obras de su gobierno se pueden dividir en tres ejes: desunión del pueblo de México; criminalización de los empresarios y de los periodistas; y obras de infraestructura tan inútiles como la refinería de Dos Bocas, y su aeropuerto Santa Lucía, santa a la que se tendrán que encomendar pilotos y pasajeros para poder aterrizar ahí.
El presidente López insistió una y otra vez: “Por el bien de México, primero los pobres”, sin embargo durante su gobierno ha crecido el número de personas en pobreza extrema.
Es triste, pero ahora somos más los que decimos: “Por el bien de México, fuera López Obrador”. Su gobierno ha sido represor, y en su verborrea ha atacado a un sinfín de mexicanos que sólo buscan el bien de la nación. Hasta ahora, Andrés Manuel muy lejos ha estado de atacar a la corrupción, de mejorar el nivel de vida y fomentar la existencia de una verdadera justicia social.
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