El sentimiento profundo de la cocina
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Dejaremos el mezcal un poco y seguiremos más adelante para poder conocer más sobre variedades de agaves silvestres. De momento quiero abordar otro tema que surgió de un encuentro especial:
Anoche un cliente hizo un comentario: “Este tamal me recuerda a mi madre”. ¡Ese es el valor de la cocina! Estaba viendo un poss de un lugar en CDMX con un Tomahawk con láminas de oro y humo en una caja sofisticada. Los comensales, como era de esperarse, no dejaban el celular, grabar, tomarse la foto. Jamás vi lo que pasó después de esa escena. No sé come para sacar la foto, el verdadero requisito de un cocinero es alimentar, es “ restaurar “ (de ahí proviene restaurante), el alma y el espíritu, la evocación y esos recuerdos que abrazan nuestro cobijo culinario a través del tiempo.
Estos aromas de la casa materna, o de la tía desdeñosa, que hacia lo mejor que podía para recibir las marabuntas familiares .
Los panecitos de casa, el postre fresco, el agua del día, la sopita aguada, el frijolito con carne y chile. La tortilla perpetuada en todos los contextos de alquimia, la cual es poderosa y sumamente versátil: puede ser tostada, convertirse en quesadilla, en flauta, en tetela, en taquito, en empanada, sope o garnacha y no podría ser diferente si viene del maíz, aliado de los mayas y aztecas, criollo o nativo, de postre ante un proceso de Nixtamalizado para mostrar su poder de cambio para sofocar no sólo el hambre, pues alivia mucho más allá, a eso que llamamos espíritu. Y es el espíritu el que conecta con la tierra, con sus hierbas, con sus granos, son los que a través de esta necesidad que ya no vemos necesaria, alimentan el ser de energía, que su función genuina no es de láminas de oro en un trozo de carne.
La carencia del respeto hacia lo primordial se ha ido acentuando cada vez más, pero puedo confirmar de manera certera de quienes sí comimos con esa intensión amorosa, de quienes sí percibimos esa emoción podríamos hacer este comentario de la evocación y el recuerdo. Decir o sentir que una comida te lleva a la mesa de tu madre, de tu abuela, de ese recuerdo sublime y terso, entonces lejos de querer ser un chef, abogo por mi oficio de cocinera amorosa y bien intencionada.
Tomar la cocina como un show será siempre eso, un show. Comer consciente de cuerpo y espíritu será el alimento justo para el alma aunque suene romántico.
He mencionado las nostalgias, pero hoy siento que más que cualquier otro día, no estamos equivocados los amantes del verbo amar cuando hacemos con amor este mandato lumínico que viene a través de nuestros linajes, recuerdos y ancestros como es la comidita bien intencionada.
Incluso existen platillos eróticos, para la reuma, para la panza, para el mal de amores, para los dolores porque ya se sabe que las penas con pan son buenas pero si comiste gallo no habrá salsa igual que pique hasta que te rasques.
Bonito saber que la cocina es un ingrediente que te lleva al lugar de tus más íntimas memorias .
Encuesta Vanguardia
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