Escuela Superior de Música, nueva era
Asistí con gusto hace unos días a la inauguración de las nuevas instalaciones de la Escuela Superior de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila en el Campus Arteaga. Huelga decir que el novísimo edificio es una estructura que mejora sustancialmente la capacidad de enseñanza-aprendizaje de la música y, hoy por hoy, se sitúa, arquitectónicamente, como uno de los mejores planteles de esta especialidad en nuestro país.
La ESM ha estado en tres diferentes inmuebles desde su fundación, el 6 de septiembre de 1985. De muchos es conocida la casa que albergó a la institución en sus inicios: un edificio con mucha historia, icónico de la arquitectura de nuestra ciudad y enclavada en un punto entrañable, la Alameda de Saltillo.
Los que laboramos desde ese entonces en el inmueble coincidimos en que no era el más adecuado para el ejercicio de la enseñanza de la disciplina musical. Aun siendo una casa con habitaciones de techos altos, paredes sin la estructura acústica adecuada, distribución “casera”, etc., no impidió que los alumnos de ese entonces se iniciaran en el aprendizaje del arte musical. Muchos de los maestros de esa primera etapa de la ESM ya no están entre nosotros.
Llegué a enseñar a este plantel universitario en 1991, seis años después de la fundación de la escuela. Las aulas de piano estaban situadas en la parte trasera de la casa, en un espacio destinado a las caballerizas, cuando ésta era una residencia privada. De lo más entrañable que recuerdo de esa época en ese edificio es el entusiasmo inagotable que había tanto en maestros como en alumnos; los Café Concierto, que fue el escenario y semillero del numeroso talento que existía en nuestra ciudad, entre otros recuerdos memorables. De todos es conocido el lamentable fin de ese entrañable edificio.
A mediados de los 90 la ESM se mudó al sur de la ciudad a un plantel que nunca terminó de adecuarse a la ya crecida matrícula estudiantil y que esperó en vano la prometida reestructuración de sus instalaciones. Sin embargo, de ella egresaron decenas de músicos que han enriquecido el panorama musical de nuestro país.
Los espacios de este segundo edificio no abonaron en nada a las necesidades y requerimientos especiales de la escuela, puesto que las aulas insuficientes y la pésima acústica fueron la tónica en los casi 30 años de permanencia en ese lugar. Cabe mencionar que, a pesar de las deficiencias ya señaladas, en todos esos años la ESM no mermó en su aportación a la sociedad de músicos calificados, gracias a la enseñanza comprometida e institucional de sus docentes.
El pensamiento general, y erróneo, que ha permeado el imaginario popular, al menos en nuestro país, ha sido que el lugar ideal y adecuado para una escuela de música es una casona vieja, antigua, enclavada en el centro histórico de la ciudad. Lo viví y sufrí durante mis años de estudiante de música en diferentes estados del país (Puebla, Guadalajara, Monterrey): un exconvento del s. XVII, un claustro del s. XVIII, una casona de principios del s. XX.
A pesar de las adecuaciones que se hicieron en las instalaciones de estos planteles no pudieron corregir los defectos acústicos merced a su naturaleza. Felizmente esta situación ha venido cambiando desde hace décadas.
En la actualidad existen en nuestro país escuelas de música construidas con las características inherentes a la naturaleza del arte musical que es, primordialmente, el sonido, materia prima con la que el maestro y alumno trabajan arduas horas, buscando generar la óptima calidad sonora que el instrumento tiene en sí mismo, y que el estudiante perfecciona a través del desarrollo de su técnica.
Por todo lo señalado anteriormente, es plausible que el nuevo edificio que alberga a la ESM posea, finalmente, la naturaleza y estructura adecuadas y deseables de una verdadera escuela de música. Con ello se corregirán todas las observaciones que antaño los organismos certificadores federales hacían a la dirección de la ESM, y la comunidad académica podrá disfrutar de unas instalaciones equiparables a las mejores escuelas de música del mundo.
Los retos siguen, se han incrementado con el paso del tiempo en una sociedad fluctuante y exigente, y la ESM, instalada ahora en un plantel espléndido, tendrá la primera oportunidad al término de su tercera década de vida- gracias a las excelentes instalaciones que ahora posee- en elevar sus estándares de calidad académica y egresar a un mayor número de músicos en óptimos niveles de calidad musical.
CODA
“Estudiar música es un reto que se libra día a día, es celosa, y si se deja de practicar nos abandona. Por ello les pido que nunca dejen sus sueños, que sigan adelante, porque el mundo y la cultura los necesita; la música es de todos y el espíritu que buscamos promover”.
Juan Antonio Espericueta García, director de la ESM. (Palabras pronunciadas en la inauguración del edificio de la ESM).
Encuesta Vanguardia
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