Estaríamos mejor con Nikola Tesla
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Menudo mito se ha formado alrededor de la vida y legado del inventor e ingeniero serbio-estadounidense, Nikola Tesla.
La leyenda lo convirtió en el arquetipo del genio incomprendido adelantado a su época, que es aplastado por inescrupulosos intereses empresariales y muere en la más abyecta miseria mientras sus aportaciones caen en un olvido conveniente para la clase hegemónica, ya que sus planos y diseños nos habrían liberado a las masas con energías limpias e ilimitadas gracias a su más grande visión: la corriente alterna.
En el imaginario de muchos, Tesla era “el bueno” y Edison “el malo” cuyo ingenio fue el que finalmente se impuso en la industria y la vida doméstica de prácticamente la totalidad del mundo, perfilándolo tal y como lo conocemos hoy. Que de haber ganado Tesla este juego de “vencidas” de la inventiva, tendríamos -¡qué sé yo!-: ¿Autos voladores? ¡Para nada! ¡Teletransportación eficiente y gratuita para todos!, un sistema inalámbrico mundial de telecomunicaciones (porque hasta nuestro adorado internet viaja por cables trasatlánticos), una auténtica CURP (verdaderamente única) y YouTube sin comerciales, sin olvidar por supuesto el rayo de la muerte, aunque lo utilizaríamos básicamente para encender el carbón en nuestras parrilladas, ya que el mundo viviría en la paz que sólo da la prosperidad.
¡Pero no, tenía que ser Edison y su tonta corriente continua, que nos condenó a tener todo cableado el paisaje urbano (infaltables tenis colgando), a temblar cada vez que nos llega el recibo de la CFE y a cederle todo el poder de nuestros kilovatios al Señor de la Oscuridad, Manuel Bartlett!
Se nos dijo que la fallida reforma eléctrica promovida por el presidente López Obrador prácticamente restauraría el mundo tal y como Tesla lo visionó para nosotros.
La verdad es que la mentada reforma obedecería a los mismos propósitos que obedecen todas las acciones de la 4T y los designios de su mesías, que nada tienen que ver con el bienestar del pueblo, de las familias o de los individuos, sino con la consolidación de su régimen.
El primer paso indispensable para posicionar la reforma en la mente del pueblo bueno era su narrativa y ésta necesitaba llevar necesariamente el elemento patriotero, así que se le arropó en la bandera de una supuesta “soberanía energética”.
¡Uy, eso suena tan, pero tan gallardo, que todos los ideólogos de la Cuarta (Attolinis, Chamucos, Estefanías, Gilbranes, Chapucerdos) deben experimentar “la petite mort” cada vez que lo escuchan!
-¡Soberanía energética!
-¡Hmmmm, ohhh, awwww, yesssss, yessss...!
Vendría además a ser la reforma otra pieza que embona a la perfección con todo el tinglado “ideológico”-populista del lopezobradorismo:
“¿Saben qué?: Que hay una caterva de empresarios conservadores, enemigos del pueblo, adversarios nuestros, jijos de toda su neoliberalista mother que, bajo las concesiones para la producción de electricidad privada y energías limpias, le están robando al pueblo de México”.
Muy bien, estimado chairo-amlóver. Estaremos de acuerdo que el problema no sería, en todo caso, la producción eléctrica por parte de algunos particulares y mucho menos la generación de energías limpias, sino el que personas o empresas estuvieran violando la Ley aprovechándose de este esquema.
¿Por qué entonces, en vez de llamar a una reforma constitucional, AMLO no señala a quienes estén quebrantando la ley, puesto que deben tener rostro, nombre, apellidos o al menos razón social?
¿No sería más sencillo perseguir el delito e ir tras esos enemigos de la Patria, que tratar de abatir las posibles fuentes de energía alternativas?
Pasó lo mismo que en el NAIM: Se denunció corrupción, (no se demostró), entonces “que se suspenda todo y hagamos nuestro propio aeropuerto”, cuando habría sido más razonable llevar ante la ley a los posibles delincuentes de cuello blanco.
¿Por qué el maldito empeño de estatizar y monopolizar la generación de electricidad, cuando el mundo lo que nos está gritando es que nos diversifiquemos, que busquemos todas las alternativas posibles y que, de ser verdes, mucho nos lo va a agradecer?
Tener una poderosa paraestatal que monopolice la generación, venta y precio de la electricidad le aseguraría al gobierno un caudal de ingresos de los que a nadie rendiría cuentas, mismos ingresos que a un gobierno populista, paternalista y asistencialista le garantizan continuidad gracias a las políticas clientelares. Y permitiría adicionalmente que muchos consentidos de la 4T se despacharan con la cuchara grande.
Poco importarían los números que arrojase, o que se sumiera para siempre en el arcaísmo tecnológico, mientras que fuera medianamente operacional. Sin competencia, consumidores pequeños y grandes seríamos para siempre cautivos de la CFE, sin posibilidad de buscar otros proveedores. Y veríamos de nuevo la misma película que ya todos vimos con Pemex.
Entiéndalo si es que no lo ha podido entender: AMLO es un hombre del siglo 20, con todas las mañanas y anacronías de alguien del siglo 20. No sabe hacer las cosas de manera diferente de como las aprendió en su escuela: el PRI.
Y a propósito del PRI, no piensen los tricolores que los voy a felicitar por haber bloqueado esta abominación de reforma propuesta por AMLO, porque sabemos que no lo hicieron por las razones correctas (no les llegaron al precio). Así que no esperen un aplauso.
Aplauso para Tesla, quien supuestamente nos iba a legar un maravilloso mundo de portentos tecnológicos pero, al igual que la reforma de AMLO, se chingó la rodilla.