Hablemos de Dios 145: La eterna duda de su existencia
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Lo repito: usted y yo hemos crecido juntos a lo largo de años en este proyecto interminable de hablar de Dios. Hablemos de Dios. Sí, un tema y proyecto de nunca acabar. Y claro que me halaga sobremanera que usted coleccione estos textos, los ponga en hojas de máquina, los engargole o bien, los mande encuadernar para disfrutarlos y pensarlos y reflexionarlos en las horas más altas de la noche o del día.
No pocos lectores como usted que me hace favor de leer esta ya larga saga de textos, me han comentado de la edición de éstas como libro. Sin duda. Lo único que no he tenido un tiempo de solaz recogimiento para sentarme, escoger un puñado de ellas, corregirlos y darles unidad y agregarles letras en su temática afín. Es decir, reescribirlos como capítulos de un libro mayor. Prometo ya meterle acelerador a ello.
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Tengo una bibliografía brutal al respecto. Es decir, libros, una sobrada lista de libros los cuales hay que leer los cuales tengo pocos, pero una gran mayoría pues no, no están en mis anaqueles. En una libreta de piel de becerro llevo esta lista la cual espero tener vida y dinero para conseguir dicha bibliografía y claro, poder leerlos. Y entenderlos.
En esta lista de libros y autores que tengo por conseguir y apreciar, había o hay uno fundamental: “¿Existe Dios?”, nada menos que de Hans Küng. Usted lo sabe, en 1979 el Vaticano le retiró la licencia eclesiástica para enseñar. Hans Küng, también usted lo sabe, es uno de los mayores e influyentes pensadores del siglo XX. Y si el Vaticano en su inmensa y proverbial miopía y estupidez le retiró la licencia para enseñar, pues fue por eso: pensaba. Y él pone en práctica lo que a usted le he comentado muchas ocasiones en este espacio: a Dios se le busca con la razón, no tanto con el corazón o los siempre enfadosos y mutables sentimientos. Dios es cuestión de razón, no de fe. Bueno pues, es mejor razón y fe. Al mismo tiempo.
El libro es una bomba de más de 900 páginas para la editorial Trotta. Por fin está en mi mano. Ha costado una pequeña fortuna. Pero ya está en mis manos y mis ojos. Hubiese pagado lo que fuese por él. Ya está en mi escritorio, es lo bueno. Y claro que ya lo adivina. Apenas lo acabo de comprar y estoy en el proceso de hojearlo al azar. Aún no lo inicio de cabeza a pies de corridito. Y claro que me voy a tardar un buen de tiempo en leerlo, en analizarlo, en reflexionarlo. Es decir, me voy a tardar un buen de tiempo en masticarlo y deglutirlo.
Para abrir bocado, van algunas preguntas y apenas en la primera página, el teólogo y filósofo se hace y nos hace a nosotros como lectores. Lea usted la batería de preguntas: “¿No está el cristianismo en las últimas?, ¿no se ha terminado la fe en Dios?, ¿tiene aún futuro la religión?, ¿no hay moral también sin religión?, ¿no se ha generado la religión de la magia?”. Caramba con este maestro. Caray con este gran maestro.
Pero apenas y en la introducción al libro, nos incita, nos provoca: “¿Existe Dios” y por extensión: “¿Quién es Dios?”. Y si usted recuerda mis textos, la ya larga saga de textos con este tema tremendo, he tratado de encontrar a Dios y presentárselo a usted, amén de con mis palabras y reflexión propia, a través de las palabras y pensamiento de mis escritores y músicos favoritos. Y aquí admito una grave omisión de mi parte: casi nada he explorado junto con usted al tratar de encontrar a Dios a través de los grandes filósofos y pensadores de todos los tiempos.
ESQUINA-BAJAN
Y creo que lo anterior lo vamos a subsanar con este libro y la bibliografía sugerida por el gran Hans Küng. En su introducción él (al igual que su servidor, pero yo a través de los literatos) nos remite a la búsqueda de Dios el cual es originariamente proyección del hombre (según Feuerbach), es el “opio del pueblo”, lo dijo Carlos Marx; es resentimiento para frustrados, lo dijo Federico Nietzsche. O bien, como lo definió Sigmund Freud: ilusión de infantiloides. Caramba.
¿Hay pruebas de la existencia de Dios? y sí acaso las hay, ¿por qué la religión católica o cristiana no suelta dichas pruebas en el tapete de la discusión? Pues sí, es aquello que le he presentado aquí en varias ocasiones, la reflexión del teólogo y escritor ibérico Juan Arias, avecindado en Brasil: “Cada vez que hoy me preguntan si creo que es mejor o no creer en Dios suelo responder que eso no tiene importancia, ya que si existiese Dios, lo importante sería que él creyera en nosotros...”.
¿Dios cree en nosotros? Lo dudo. Ejemplo: usted es un buen padre, un buen esposo, un buen hombre de negocios; no miente, no roba, paga el seguro social y buen sueldo a sus empleados... ¿Es suficiente una buena obra para ganar el cielo tan anhelado? Sí y no. No hay contradicción de por medio. Caray, bueno, sí hay harta contradicción.
La Biblia dice que la fe sin obras no es fe. Pero también hay otra parte de la palabra de Dios que afirma que por la gracia de Dios y la intersección de Jesucristo usted ya es salvo, haga lo que haga (Juan 1:17). Sí, como el abominable Adolf Hitler. ¿El abominable Hitler, Mussolini, Francisco Franco...? Si la gracia de Dios existe, está con él.
LETRAS MINÚSCULAS
Pero la pregunta candente: “¿Existe Dios?”, resuena y creo, Hans Küng nos va a dejar más dudas que certezas.
Encuesta Vanguardia
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