He risen
Ni el evangelio o la justicia social nos ha sacado de pobres y fregados
Tiene desde el miércoles tomando. Los amigos vinieron a la casa. Se lo llevaron para el taller mecánico. Dicen se pone místico. Comienza a contar ideas. Muy imaginativo. Doble garganta. Conserva la conciencia. Sabe como le hará.
Aún casado conserva el amor por el barrio. Va y viene. Unos días duerme con su esposa. Aquí el camastro. La bacinica. Hasta la cubeta donde expectora.
Ya hoy domingo llegó con la barbacoa. Fresquito el pana.
Calentamos las tortillas. Hasta dio la bendición por los alimentos. Ya voy a cambiar ama. Nos lo juró por la memoria de su abuela. Sienta cabeza. Deja las malas compañías. Gobiérnate mijo. Solo se vive una vez confesó. El jale es muy pesado. Adentro hace calor como en el infierno. Nada de purgatorio. Los de los tres turnos estamos condenados a pasar la vida en el fogón.
Se santiguó comenzando con Jesús María José. Antes hasta monaguillo fuiste. Renegar de la fe no es bueno. Enferma el alma y hasta el espíritu. Los va dejando secos como ramas de mezquite.
Al servir la tortilla con chile, tomate y cebolla acompaña con dos gruesas tiras de carne deshebrada. Ni el evangelio o la justicia social nos ha sacado de pobres y fregados.
Ya esta por llegar el reparto de utilidades le comentó a su madre. Con eso le compro la lavadora nueva. Debemos llegar limpios al cielo, respondió a su madre.
Ella, detrás del comal, se tragó la última lagrima. Se le estaba haciendo tarde para ir a la segunda misa en la María Goretti, el comedor de los pobres. A tres cuadras de su casa, en la colonia Garza Nieto, antes conocida como La Coyotera. Entre las vías del tren y el fantasmagórico puente RUBE.
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