La 4T y Biden en Luna de Miel
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La tirantez entre la 4T y la administración Biden que derivó de la relación con Trump, se ha ido desdibujando poco a poco. Primero, la Vicepresidenta, Kamala Harris, visitó México. Después, el propio Presidente Biden, como invitado de honor, envió un mensaje virtual hasta el Zócalo capitalino, con motivo de los festejos por los doscientos años de la consumación de la Independencia. Se sucedieron,además, varias visitas de alto nivel tanto en Washington como en Ciudad de México, encabezadas por el Secretario de Estado o el Secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos.
Poco antes de la cumbre mundial del medio ambiente que se celebró en Glasgow, la COP-26, John Kerry, embajador del Medio Ambiente del Gobierno estadounidense, ex Secretario de Estado en el gobierno de Obama y ex candidato presidencial por el Partido Demócrata, visitó y sostuvo una reunión de trabajo con Marcelo Ebrard. A los pocos, días, en una conferencia previa a la COP-26, en la London School of Economics, Kerry aplaudió la labor en materia ambiental que está desplegando México. Por último, la semana pasada el Canciller y pre candidato presidencial, Marcelo Ebrard manifestó: “Agradezco a la Asociación de Control de Armas de Estados Unidos” que nos hayan nominado para el reconocimiento que otorgan anualmente, por la demanda que presentamos contra la industria de armas que facilita y promueve la violencia.
Más allá del uso que puedan darle los demócratas al tema en la política domestica de Estados Unidos, es obvio que la asociación está alineada con los intereses del Partido Demócrata, principales promotores de su causa.
Mientras tanto, del lado mexicano, observo dos reacciones fundamentales. Por un lado, dejarse querer. Por el otro lado, estirar la liga para ver hasta dónde aguanta la administración Biden o, en el mejor de los casos, propinar uno que otro golpecito, para distraer de algún problema doméstico. Así lo hizo AMLO después del trágico accidente en Chiapas, en el que fallecieron más de medio centenar de migrantes la semana pasada. Acusó a los EU de lentitud, así de fácil y así de sencillo.
El otro momento consistió en la reunión de los gobiernos de las Américas que fue ignorada por Estados Unidos y Canadá y celebrada por Cuba y Venezuela. En ella, los Presidentes de Paraguay y Uruguay señalaron a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, fue además una reunión continental en la que Xi Jinping, Presidente de la República Popular de China fue el virtual invitado de honor, en momentos en que se está configurando un nuevo mundo Bi-Polar.
Percibo varias aproximaciones al tema, todas ellas atraviesan el común denominador de una buena relación entre las administraciones Biden-López Obrador. Quienes predijeron que el gobierno demócrata serviría para ponerle un “estate quieto” a López, tras su largo cortejo a Trump incluso en plena campaña presidencial, fallaron por completo. La luna de miel parece evidente.
Primero. La relación es tan fuerte que alcanza niveles de sociedad-complicidad. México corteja a los adversarios de Estados Unidos para ganarse un lugar en la mesa, escucharlo todo para llevar información a su socio y vecino. No hay en ello nada nuevo ni sorprendente. Así lo hicieron antes los Presidente de México, cuando menos desde López Mateos hasta Echeverría. Así lo muestran los documentos oficiales desclasificados en Estados Unidos.
Segundo. Estados Unidos se encuentra tan ocupado en otros frentes: China, Irán, el Medio Ambiente, recuperar las alianzas que dinamitó Trump, y su frente doméstico. En ese escenario, ignorar a López o dejarlo ser, mientras sus exabruptos se mantengan dentro de lo aceptable. Tampoco es nada nuevo, así fue López Portillo frente a Carter, que andaba muy ocupado con la crisis en Irán a finales de los años 70.
Tercera. Quizá encuadre como un punto medio entre las dos anteriores. Business as usual y sin teorías de conspiración. Los estadounidenses están tan ocupados que dejan correr las cosas, entre otras razones, porque asumen que López no es una amenaza. Nada más y nada menos que un líder populista que tiene sus días contados gracias al inquebrantable muro de la sacrosanta no reelección Presidencial. Todo tiene fecha de caducidad y la de López dice 1 de diciembre de 2024. Mientras tanto, se le administra.
@chuyramirezr