La insoportable levedad del ser

“Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también.”

Milan Kundera

El hijo de un pianista que fue avezado e inquieto desde temprana edad, decidió -al mismo paso que la historia- dejar sus estudios y después su labor de docente (¿interrumpidas?) ese es el escritor nacido en República Checa Milan Kundera. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Kundera se afilió al Partido Comunista, del que fue expulsado tras sus tendencias revolucionarias y de critica mordaz contra la ideología prosoviet, -tendencia de la gran mayoría de los Partidos Comunistas de la Europa de esos momentos-.

Durante sus primeros años como letrado, enseño historia del cine en la Academia de música y arte en Praga. Fue en 1968 que ocurre la invasión soviética a su país, quedó desempleado y sus obras quedaron prohibidas. En 1975 emigra a Francia, en donde enseña literatura en la Universidad de Rennes y más tarde en la Escuela de Altos Estudios de París. Milan Kundera, en un principio, también circulo sobre la poesía en donde expresaba los sueños de la nueva generación comunista como lo muestra en su colección El Hombre, amplio jardín publicado en 1953.

Desde la línea periodística escribió poco, pero sus líneas siempre contundentes han marcado su tono artístico con la postura política. Dentro de su vida periodística, a pesar de haber sido un sensible, pero más que todo realista, ha sido alérgico a las posturas románticas dentro de todos los géneros de la Literatura que ensalzan a la vida como una obra de arte. Para Kundera, la vida con todas sus ambivalencias más que arte, es un informe de hechos y sucesos, por eso necesita del arte.

Para Kundera la vida pública, la vida política, está destinada a ser percibida por otros en distintas facetas, la expone a las miradas, la inunda de luz. Es inevitable. Pero si el hombre así iluminado, es al mismo tiempo un artista, asume un riesgo: su vida convertida en una obra de arte puede hacer olvidar sus obras y a veces suele ser una pena en el caso de unas personas. En rigor, la vida se parece a lo que él llamaba “el teatro del absurdo”.

El escribano de lo efímero. ¿Cómo definir lo efímero? No es algo que se lleva el viento porque, aunque se lo llevará, seguro que algún día será encontrado o recordado. Lo que está condenado a perderse, a olvidarse, es la forma en que vivió cada persona, cada sociedad. Kundera en muchos de sus libros y en algunos de sus artículos aborda lo que llama los balances del pasado, los del momento presente, con sus opiniones y sus intereses. La opinión de Kundera dentro del periodismo; es que los cronistas son solo relatores de circunstancias que viven bajo la presión de las ideologías dominantes. Por eso se dice que Milan, es un escribano de lo efímero que se pasea por el pasado y el mundo actual; y a fuerza de sus sentimientos vividos, trata de corregir imágenes que imponen las ideologías dominantes.

Milan Kundera no fue un hombre de convicciones, más bien fue una persona que trataba de vivir con sabiduría:

El hombre atraviesa el puente con los ojos vendados. Sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido. Aquella noche pensé que estaba brindando por mis éxitos, sin tener la menor sospecha de que estaba celebrando la inauguración de mis fracasos. Kundera, Milan. 1968.

Entendamos que la vida entre su absurdo y final, conlleva en si misma su propia eternidad. Creo que hoy la vida parece ser mejor transitándola entre la risa y el olvido.