Las comparaciones son odiosas, sobre todo en materia salarial
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Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas, pero más cuando hablamos de salarios. Primero, porque a muchos nos disgusta la ubicación que tenemos con respecto a otras naciones y en donde se nos ha determinado como una economía emergente. Como tal, en México, a diferencia de los países desarrollados, la remuneración se contempla como pago
diario y no por hora. Esto mismo pasa en la mayoría de los pueblos latinoamericanos.
Para no complicar más la comparación, hoy no me referiré a los países nórdicos porque nos llevan de calle. En Estados Unidos el pago por hora establecido a nivel federal es de 7.25 dólares como piso mínimo. En Canadá el mínimo se paga a 14 dólares la hora, para llevarlo en 2022 a 15 dólares. Comience a multiplicar las ocho horas que marca la jornada laboral por 20.84 que es como hoy amaneció el tipo de cambio peso-dólar. Desde el 12 de septiembre de 1931, nuestro País está adherido a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ratificando 78 convenios. Por tanto, desde entonces debió de haberse alineado a los criterios de la OIT que marcan un pago de salario mínimo por hora de 15 dólares.
Segundo. Lo que se pagaba a diario en el año 2000 eran 37 pesos. El país iba saliendo de dos terribles crisis económicas –1985 y 1994– era francamente patético. Un año antes no había habido ningún aumento, así había sucedido en otros años. En 2006 el salario estaba en 48.67 pesos al día, en 2012 en 62.33 y en 2018 en 88.36.
La inflación, que es uno de los temas que más preocupan a los economistas cuando se habla de alzas salariales, en el año 2000 se encontraba al 8.96 por ciento, en 2006 en 4.05 por ciento, en 2012 en 3.57 por ciento y en 2018 en 4.83 por ciento. Los argumentos de quienes justifican y designan los salarios en México se han basado, entre otras cosas, en el índice inflacionario y en las condiciones del mercado, colocándonos como el territorio donde se pagan los peores salarios de los países adheridos a la OCDE.
Finalmente, pareciera que quienes se han legitimado en últimos tiempos con la filosofía de las empresas socialmente responsables, no se han percatado de que el salario no es simple y llanamente un tema pecuniario –de pesos y centavos– y legal; sino un tema que tiene que ver con la dignidad humana, los derechos humanos y la justicia. Porque, o se habla de Responsabilidad Social Empresarial que tiene cuatro ejes rectores –Derechos Humanos, Anticorrupción, Comercio Justo y Medio Ambiente– o se habla solamente de ganancias y utilidades.
La razón es simple, en una economía se requiere de una sana intersección entre lo monetario y lo axiológico, una visión ética es necesaria y esto, aunque a muchos no les guste, no ha pasado en nuestro País. Sino dígame por qué el Reporte Mundial de Desigualdad 2022 afirma que el 10 por ciento de los mexicanos concentra el 79 por ciento de la riqueza del País, convirtiéndonos en una de las naciones más desiguales del mundo. Saque sus conclusiones. Ahí está la clave para entender que la remuneración no es un tema que está solamente en el área de lo económico, sino también en lo social.
Y aunque en México existe también el esquema de los salarios máximos –el de los servidores públicos– y el de los salarios ejecutivos –los que se pagan a mandos medios y altos en el sector empresarial–, se ha dejado de lado que el tema salarial tiene una liga muy íntima con la dignidad humana de los trabajadores. La regla de oro dice que “lo que no quieras que
hagan contigo, no lo hagas con los demás”. Ante la forma de pensar en torno al salario, dificulto se piense en este axioma.
El trabajo no es un favor que se le hace al trabajador, es un derecho que él tiene. Por si no lo ubican, se encuentra en la cartera de los derechos políticos, económicos y sociales, porque ¿de qué sirve tener tantos derechos si no hay suficiente comida para sobrevivir o un empleo donde poder conseguir un nivel de vida digno? ¿O qué piensa?
Si lo anteriormente planteado funciona, se dará lo que Amartya Sen nos recomienda cuando habla del tema de las “capacidades”, porque esa es otra de las consideraciones que se deben de tener cuando se habla de salarios. En la medida en que el individuo consigue hacerse de capacidades, la sociedad se volverá más próspera o con mayor propensión al desarrollo. En “La idea de la justicia” firmado en 2010, dice que un ingreso digno no debe de tenerse como criterio de éxito, si no de una vida digna.
De ahí que es importante tener en cuenta que en esta diezmada democracia imperfecta en la que vivimos, la participación de los ciudadanos es fundamental y sólo se dará en la medida en que se dé el empoderamiento de los ciudadanos en lo privado y en lo público. Una remuneración equitativa permite elevar el bienestar en la calidad de vida y en las relaciones personales y favorece un entorno adecuado que promueve la motivación y da valores agregados, como la proactividad, la lealtad y el compromiso personal y social.
A partir del 1 de enero de 2022 se levantará usted con la sorpresa de que el salario mínimo ha tenido un aumento del 22 por ciento y en concreto de 172 .87 pesos diarios en todo el País, mientras en la franja fronteriza será de 260.34 pesos, con una inflación de 6.24 por ciento. Por supuesto, no es el gran salario y va a resolver muy poco. Y sí, efectivamente, las comparaciones son odiosas, pero nos dan la oportunidad de saber en dónde estamos parados. Así las cosas.
fjesusb@tec.mx