- 23 septiembre 2024
Las deudas eternas
Vistos en todas las ciudades del país, los prestamistas colombianos, de la tarjetita, aparecieron de la nada
Vistos en todas las ciudades del país, los prestamistas colombianos, de la tarjetita, aparecieron de la nada. Juegan por encima de la ley. Ofrecen desde la web y las redes sociales sus dineros. Con réditos muy por debajo de las tasas de interés de los bancos e instituciones crediticias.
Casi todos los negocios del centro, en CDMX, Guadalajara o Monterrey, además de las otras ciudades capitales estatales del país, los tentáculos de quienes necesitan limpiar el dinero, lavarlo.
Son puntuales, discretos, ya saben su negocio. Te sacan del apuro momentáneo. Los exhibe sus colombianismos. Hasta amables resultan sus hombres y mujeres. Son panas, berracos y gonorreas, en sus palabras de la buena onda.
Quedarles mal es jugar al suicida. Ponerse la 22 en la cabeza y jalar el gatillo. A los prestamistas, como en crimen y castigo de Dostoievski, agoreros de la mala racha nacional, deben reportar a sus superiores.
La contabilidad, los depósitos, el movimiento de recursos a toda hora, deja el rastro de los maletines de dólares, de euros, convertidos en pesos mexicanos.
No rastreables, circulando en la economía formal del país. Expulsar a los nacidos en Colombia no resultará como combatirlos desde sus embarques hacia los estados unidos de américa.
Ahí están sus consumidores férreos. Aquí, en México, les aprietan el cuello a los negocios con problemas de fluides y de números negros.
Todo lo demás, es sangre, tablazos y una cuenta interminable de cubrir.
Encuesta Vanguardia
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