Los estragos del poder

Les platico:

“Tomo a mi cargo un país donde lo imposible es el motivo de mi gobierno”, así les dice Calígula a sus súbditos en la epopéyica obra de teatro escrita por Camus en la Francia ocupada por los nazis en plena II Guerra Mundial, entre 1938 y 1942.

Durante el proceso para el montaje de esta obra en la Universidad Autónoma de Nuevo León, murió el director y actor Gerardo Dávila, pieza fundamental en la articulación de esta pieza que une a dos universos separados en el tiempo por 1982 años.

A 80 años de haber sido escrita, es sorprendente su actualidad.

La obra está inspirada en Cayo Julio César Augusto Germánico, el tercer emperador que pasó a la historia por su extrema crueldad y depravación, producto de una mente enferma, en el imperio romano de los años 37 y 41 D.C.

Es una alegoría de los tiranos, de los dictadores, que al llegar al poder, ejercen la autoridad sin más límites que sus envenenadas mentes, sus entreverados corazones y sus congestionados estómagos.

En los ensayos y durante todo el proceso para que viera la luz esta escenificación de la UANL, ganadora de la Beca para jóvenes directores “Julián Guajardo 2022”, el rol de Calígula fue representado por Gerardo Dávila, y ya montada, su director -Emanuel Anguiano- recurrió a creativos elementos para no suplirlo en la foto, al repartir entre cuatro excepcionales actrices, los parlamentos de la obra.

Rosa María Rojas, Tere Medellín, Morena González y Liliana Cruz, tienen a su cargo la escenificación que terminó su temporada este domingo 30 de abril, pero que necesariamente tendrá que ser repuesta para que sea vista por muchísimos más espectadores, porque es irremediable la relación que el público, entre esos tres universos:

El de los 4 años del imperio de Calígula.

El de la época en que fue escrita por Camus.

Los momentos actuales que se viven en muchos países, México, incluido, por supuesto.

INEVITABLE RECORDAR LA PELÍCULA DE 1979

Tinto Brass dirigió la versión cinematográfica de esta historia que tuvo a los actores británicos Malcolm McDowell (“Naranja Mecánica”, de Stanley Kubrick) y John Gielgud (“Arthur”, de Steve Gordon), en los papeles de Calígula y el senador Nerva, respectivamente.

Una escena de esta película que refleja quién era el emperador romano, es donde Nerva se desangra en una tina de agua caliente después de cortarse las venas y Calígula le pregunta: “¿Qué se siente?, dime ¿qué se siente?”

De mi experiencia al asistir a la última función del domingo 30 de abril en la venerable Aula Magna del Colegio Civil, anoté las siguientes frases que dan una idea del hilo conductor que nos transporta necesariamente a realidades de las que hoy somos testigos. ¡Arre!

FRASES:

· Qué duro es abrir los ojos y darse cuenta de cómo están las cosas.

· ¿De qué le sirve el poder a un gobernante si no puede alterar la naturaleza misma de las cosas?

· Tomo a mi cargo un país donde lo imposible es el motivo de mi gobierno.

· Demos oportunidad a que suceda lo imposible.

· Emito el siguiente “decreto de la discrepancia”.

· Hace buen tiempo que no te veo. ¿Qué has estado haciendo? ¿Conspirando un poco?

· Me voy, porque me aguarda una incautación, una expropiación, una confiscación y la detención forzada de uno de mis más cercanos colaboradores.

· En este país no tienes que hacer nada para ir a prisión.

· Mañana habrá hambre, desabasto y calor.

· No se puede gobernar con base en intuiciones u ocurrencias. ¿O sí?

· Todo nuestro pasado, lo que perdimos, de lo que nos avergonzamos, todo eso no nos deja solos nunca.

· Por decreto presidencial, este gobierno se convierte en el imperio de la libertad.

· No hay dolo alguno en el cambio de la nomenclatura.

· A partir de este momento me autoproclamo Dios.

· Todo, para poder torcer a nuestro antojo la ley.

· Vienen tiempos de cambios paradigmáticos, estemos preparados.

· Hay quienes mueren por discursos menos elocuentes.

· Lo que nos faltaba, he aquí un adalid de la moral pública.

· Es pecado cuestionar al presidente.

· A partir de mañana, todos los ministros de mi gobierno portarán disfraces de payasos.

· Artículo 173: se aplicará un impuesto a la comida chatarra.

· Artículo 199 versículo 22: Se incluirá en la canasta básica la Coca Cola.

· Artículos del 220 al 225: Los violadores serán castrados; se permite la caza deportiva de alcohólicos y drogadictos; queda obligada la adopción de niños de la calle; convertiremos en zoológicos los barrios donde haya la más alta criminalidad; pena de muerte a reguetoneros; habrá -por ley- tatuajes para reprimidos.

· Mi poder se basa en el miedo y la destrucción.

· La disidencia es un derecho, por hoy y hasta nuevo aviso.

· Este será un mundo sin jueces.

· La inocencia es una preparación al triunfo.

· Nada dura, tampoco el miedo.

· Ya hemos tenido gobernantes locos; la diferencia es que éste sí sabe lo que quiere. Hay qué pararlo, sí, pero no ahora que su locura está en todo su vigor.

CAJÓN DE SASTRE

“Realidades distantes en el tiempo que se hermanan hoy al conjuro de un escritor, novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés nacido en Argelia, que no tuvo qué ganar el Nobel de Literatura para pasar a la historia, aunque de hecho lo ganó en 1957. Leerlo es una obligación histórica y moral, porque en sus textos podemos re descubrir a Jean-Paul Sartre, Franz Kafka, Schopenahuer, Nietzche, Simone de Beauvoir y a todo el existencialismo alemán”, remata la irreverente de mi Gaby.