Los exámenes: un gran dolor de cabeza

Los maestros y las escuelas generalmente evalúan a sus alumnos mediante exámenes, trabajos escritos, tareas, proyectos y participación. Aunque en los últimos años la pedagogía moderna a enfatizado en evaluaciones que involucren el hacer y no el saber, como realización de proyectos o elaboración de tareas escritas y no exámenes que, midan el conocimiento. Sin embargo, todavía muchas instituciones educativas, especialmente a nivel medio superior y superior, para las que es muy importante evaluar los contenidos académicos por medio de tests o exámenes escritos.

¿Cuáles son las dificultades más comunes que enfrentan nuestros hijos al prepararse para un examen? Problema de concentración. Existe una gran dificultad de dispersión mientras estudian. La mayoría escucha música, ve videos, navega en internet y contesta mensajes mientras trata de comprender y memorizar el material del curso. Muchos no son capaces de desconectarse de la tecnología mientras estudian.

Pérdida de memoria. La educación moderna ha menospreciado la habilidad de memorizar y recordar en los procesos de adquisición de conocimientos y habilidades. Muchos maestros consideran a la memoria algo mecánico y no significativo del aprendizaje, pero la mayoría evalúa usando la memoria. En otras palabras, la habilidad de memorización no se valora ni se desarrolla.

Pobre administración del tiempo. La mayoría de los estudiantes dejan todo el estudio hasta el final y quieren adquirir todo el contenido del curso un día antes del examen. Es muy difícil asimilar tantos conocimientos con muy poco tiempo para estudiarlos.

A continuación, mencionaré algunos consejos para que el estudio sea más efectivo: ambiente tranquilo y sin distractores. El ambiente de estudio es esencial para un aprendizaje efectivo. Pongamos imágenes de montañas, bosques y océanos para que crear un contexto relajado y tranquilo.

Bajar el volumen. Ambientes ruidosos o con sonidos muy altos disminuyen la concentración. Es muy recomendable no escuchar música y si lo hacen que sea en un volumen muy bajo.

Breves descansos o “breaks”. Para mejorar la concentración es importante tener 15 a 20 minutos de descanso por cada hora de estudio. Pero no tener un break consultando el celular o la tableta. Es importante relajar los ojos y evitar cualquier estímulo visual intenso. Lo ideal es salir a caminar y contemplar la naturaleza.

Movimiento y ejercicio físico. La actividad física tiene un gran efecto positivo para mantener un esfuerzo continuo al estudiar y facilita la memoria y recordar. Salir a caminar o correr, bailar o brincar la cuerda ayuda aumentar el flujo sanguíneo al cerebro y facilita el aprendizaje.

No saturarse en el último minuto. Estudiar a última hora puede repercutir negativamente en el desempeño académico. Es mejor dividir el material de estudio en pequeños segmentos que tratar de digerir todo en al último momento. Tengo una gran cantidad de alumnos universitarios que llega “en vivo” (sin dormir) al examen y por su puesto su rendimiento es muy pobre.

Dormir 8 horas. Dormir toda la noche garantiza que el cerebro solidifica lo estudiado un día antes y tiene mayor capacidad para concentrarse y tomar mejores decisiones.

Estudiar sin leer. En lugar de volver a leer las notas, que pueden dar una falsa sensación de comprensión de la información, vuelva a escribirlas como una forma de volver a aprender cada vez que lo haga. Reescribir lentamente las notas ayuda a procesar la información de manera más efectiva.