México contra la corrupción... ¿o la corrupción contra México?
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Orgulloso estoy de ser mexicano. Doy gracias a Dios por haberme mandado a un suelo tan noble y, sobre todo, por haberme dado el privilegio de conocer otros países para así darme cuenta de que México no tiene par.
Los mexicanos somos conocidos en el mundo entero por nuestra alegría y por nuestra hospitalidad. Sin embargo, otros conceptos, no tan agradables, tienen los extranjeros de nosotros. Por ejemplo muchos estadounidenses, gracias a su incultura y soberbia, creen que los mexicanos todavía usamos guaraches y sombrero y que nuestro medio de transporte preferido es el burro. En Chile creen los mexicanos somos flojos, todo por la culpa del legendario personaje que descansa a la sombra de su enorme sombrero con el rostro oculto entre sus rodillas y recargado en un cactus. En Europa, gracias a las películas de Pedro Infante y Jorge Negrete, hay quienes se imaginan que los mexicanos andamos vestidos de charros, con una pistola en la mano derecha y una botella de tequila en la izquierda.
Estos conceptos, aunque no nos favorecen en nada, no me molestan, pues nosotros mismos tenemos imágenes de los habitantes de otros países. Por ejemplo, cuando pensamos en un gallego, asumimos inmediatamente que es alguien que desconoce lo que significa cerebro; al conocer a un francés, nos tapamos la nariz; al hablar de un norteamericano, aseguramos que es drogadicto, libidinoso y asesino.
Sin embargo, en nuestros días se está formando alrededor del mundo un concepto muy nocivo acerca de los mexicanos. Gracias a políticos desvergonzados y a hombres de negocios inmorales, muchos extranjeros dan por hecho que todos los mexicanos somos corruptos.
Los estadounidenses afirman que México es uno de los países en donde se encuentra más arraigado el vicio de la corrupción. Aunque muchas veces hago coraje por las pedantes declaraciones que algunos políticos norteamericanos hacen sobre nuestro país, ahora simplemene agacho la cabeza avergonzado y reconozco humildemente la verdacidad de sus declaraciones.
Es alarmante lo que sucede actualmente en nuestro país. La corrupción se ha apoderado de millones de mexicanos: los grandes empresarios, por ejemplo, se volvieron corruptos para obtener los favores del gobierno; los funcionarios públicos descubrieron que sus puestos les permiten apoderarse del dinero del pueblo; los narcotraficantes incluyen en su nómina mensual a individuos que supuestamente están al servicio de la Nación; los policías fijan su sueldo con base en los sobornos que pueden hacer.
El martes pasado se celebró el vigésimo aniversario de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción. Dicho apartado de la ONU se estableció entre los países miembros con la finalidad de promover y fortalecer las medidas para prevenir y combatir más eficazmente la corrupción. Además busca promover y apoyar la cooperación internacional y la asistencia en la lucha contra este flagelo. Y lo más importante, a mi modo de ver, es que por medio de esta convención la ONU pretende la obligación gubernamental de de rendir cuentas.
AMLO ha repetido hasta el cansancio que no son iguales. A mí no me molesta que diga eso, pues es de las pocas verdades que ha pronunciado durante las conferencias mañaneras. Los de la 4T no son iguales, son mucho peores a quienes antes detentaron el poder.
No se puede negar que en los sexenios anteriores ha reinado la corrupción, pero nunca a los niveles actuales. López Obrador nos ha robado dinero, calidad de vida, instituciones, pretendió acabar con la democracia, la división de poderes y la transparencia, así como fulminó también la esperanza de vivir en un México mejor.
¿Cuándo sus hermanos, sus hijos, los amigos de sus hijos, su prima o sus más cercanos colaboradores serán juzgados de la misma forma en la que se juzgó a Rosario Robles o a Jesús Murillo Karam?
Pero por más promesas que haya hecho Andrés Manuel para acabar con la corrupción, poco puede lograrse si nosotros no ayudamos. Renunciemos a la comodidad del soborno, exijamos el manejo honesto de nuestros recursos y denunciemos sin miedo cualquier intento de corrupción por parte de los funcionarios públicos. Sólo así podremos librarnos de un vicio tan perverso como la corrupción y contribuiremos al verdadero desarrollo de México y de su gente.
aquientrenosvanguardia@gmail.com
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