Actuar localmente
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Una sentencia que es básica para los ambientalistas es: “Actuar localmente, pensando globalmente”. Muchas veces esta frase contundente se queda en el vacío, por lo que saber lo que ocurre a favor del ambiente en Saltillo, Coahuila, realmente es refrescante.
Convocado por la maestra Sofía Calvert Martínez, presidenta del Sector Industrial Verde de la Canacintra, asistí a una reunión en la Ciudad de México a la que acudieron funcionarios del Ayuntamiento de Saltillo para exponer una práctica que tienen desde marzo de 2018.
La Policía Ambiental es el programa que presentaron los saltillenses ante empresarios provenientes de todo el País. Allí la experimentada bióloga Graciela Arocha Gómez, directora de Medio Ambiente, y el joven subdirector de gestión y control ambiental, Emmanuel Olache, apoyados por un experto en el tema policíaco y un avezado comunicador, explicaron de manera simple y clara el esfuerzo que ya ha llamado la atención de otras ciudades mexicanas, incluyendo al potente San Pedro Garza García.
La apuesta del munícipe Manolo Jiménez Salinas para tener una ciudad limpia, sana y con un buen entorno natural fue crear un cuerpo colegiado para mejorar la cultura ambiental de la ciudadanía que ya suma 800 mil personas y hace de Saltillo una ciudad media que aún está a tiempo de una reconversión.
Una ciudad coahuilense que puede ser compasiva con los animales salvajes y con los domésticos. No me sorprendió el término “derecho perruno” cuando se habló en la reunión de que había muchos asuntos jurídicos derivados del maltrato a los perros.
Casi 20 mil casos, en los que hay igual número de denunciantes e infractores, es el resultado de este programa que tiene como rostro a la ciudadanía un número telefónico con tres personas atendiendo permanentemente a los usuarios que hacen llegar quejas sobre: quema de llantas, depósitos clandestinos de residuos sólidos urbanos, serpientes, aves o mamíferos en peligro de extinción encontrados en casas, quemas a cielo abierto; vecinos ruidosos, tala clandestina de árboles, vecinos que usan agua de manera excesiva, y personas que tiran residuos de la construcción en sus banquetas.
Así que para sorpresa de muchos infractores consuetudinarios, pero para orgullo de los ambientalistas, la autoridad municipal saltillense se atrevió a crear la Policía Ambiental amparándose en el espíritu del Artículo 4 Constitucional y en un reglamento local de protección al medio ambiente y desarrollo sustentable creado ex profeso.
Los infractores pagan de acuerdo a un patrón debidamente consensuado por el Cabildo; qué bueno sería que ese dinero que se paga por generar un delito al medio ambiente conformara un fondo verde dedicado a actividades que fortalecieran la ecología local; y qué mejor si este programa sobreviviera a la gestión del presidente municipal.
Parece ser que a Manolo no le gusta un color en especial en referencia a los colores que identifican a los partidos políticos y que inundan cada trienio la imagen urbana, convirtiéndola en presa de los azares de la política. Eso está bien, pero espero que quien lo suceda conserve un programa que debe quedarse o, en su defecto, que la sociedad se imponga con el poder que representa y exija que este programa tan bienhechor continúe su marcha mejorando sus procesos y resultados.
Espero realmente que otras ciudades medias del noreste mexicano repliquen este modelo.