El Banco y Hotel de Coahuila (2)

Politicón
/ 9 febrero 2020
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Las bóvedas del banco ocupaban una parte del sótano del edificio, separada de la cantina y la peluquería, a las que se bajaba por escaleras independientes, la primera por Juárez y la segunda por Morelos. Los bajos del hotel también alojaron por algún tiempo una de las primeras estaciones de radio de Saltillo.

El Hotel Coahuila sintetizó más de medio siglo de la vida económica, social, cultural y política de Saltillo. Hospedó a don Francisco I. Madero cuando estuvo aquí durante su campaña para presidente de la República. A su llegada, Madero se dirigió desde los balcones a la multitud que lo había seguido desde la estación del tren y lo aclamaba en la calle. Perseguido por el inspector de policía, el futuro presidente iba del balcón de Allende al balcón de Juárez para continuar con su arenga, y la gente corría de una calle a la otra para escucharlo. El 9 de marzo de 1920, Álvaro Obregón recibía en el lobby múltiples manifestaciones de apoyo a su candidatura a presidente de la República cuando irrumpió un nutrido contingente y se sumó a su campaña con ruidosas muestras de simpatía. El grupo acababa de abandonar el acto cívico en favor de la candidatura de Ignacio Bonillas en el Teatro Obrero, a unas cuantas cuadras en la calle de Aldama.

El laureado poeta español Salvador Rueda llegó a México en febrero de 1917 como miembro del jurado de un certamen internacional de poesía. Invitado por el gobernador Espinoza Mireles, vino a Saltillo y participó en diversos actos culturales, entre ellos la velada formal de instalación del Ateneo de la Juventud de Saltillo, a la manera del Ateneo de la Juventud de México, en el Teatro García Carrillo. Se le hospedó en el Hotel Coahuila, donde se sirvió un exquisito lunch en su honor, y durante su estancia, el vestíbulo y el restaurant se vieron pletóricos de escritores, artistas, intelectuales y políticos en busca de reflectores y también de periodistas mexicanos y de otros países en busca de la nota informativa.

El 3 de septiembre de 1918 había gran expectación en el lobby. Corresponsales de la prensa nacional y extranjera interrogaban a los huéspedes y a los saltillenses que ahí se dieron cita en espera del desenlace del incendio que devoraba el Teatro García Carrillo, a tan sólo dos manzanas de distancia. Ahí se encontraban la exótica bailarina de origen ruso Norka Rouskaya, quien al día siguiente presentaría en el foro su espectáculo “Salomé”, y los miembros de la compañía que esa misma noche representarían en el escenario la obra “El Loco Dios”. No faltó quién recordara el incendio del Teatro Acuña años atrás, precisamente el día que estrenaría el mismo drama de Echegaray, culpándolo también de la deflagración que acabó con el García Carrillo.

La vida de muchos saltillenses, de nacimiento y adopción, quedó indisolublemente ligada a la del Hotel Coahuila. En 1915 se estableció en Saltillo don Pedro Quintanilla González, estimado empresario originario de Monterrey, para hacerse cargo de la dirección del hotel. Don Pedro y su esposa, doña Panchita Serrano, formaron una estimada familia de arraigo saltillense. Por ese tiempo ocupaban un gran departamento en la última planta del edificio. En septiembre de 1919 pernoctó en Saltillo el tren que llevaba al gran tenor italiano Enrico Caruso a la Ciudad de México para una temporada de ópera. Cuando el cantante se registraba en el hotel oyó una encantadora voz femenina entonando un aria de ópera al compás de las notas de un piano. Quiso entonces conocer a su dueña y sucedió. Las voces unidas de doña Panchita y del más grande cantante de ópera de todos los tiempos, acompañadas al piano por don Jesús Flores García, llenaron aquella noche el espacio que se elevaba al tragaluz del último piso del Hotel Coahuila. Doña Panchita Quintanilla nunca lo olvidó, y en su homenaje, su nieta María Eugenia me contó la anécdota.

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