El Día de la Independencia… y del (no) avión
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El problema es que el “sorteo del avión” también es un lujo faraónico en el cual está incurriendo su administración
Hemos llegado a la fecha más significativa de nuestro calendario cívico. Probablemente el único día del año en el que todos, independientemente de nuestras historias personales y antecedentes genealógicos, abrazamos una sola identidad: la de los colores de nuestra bandera.
Esta vez, sin embargo, como todo lo que ha ocurrido en el planeta prácticamente desde que arrancó el año, el festejo de nuestra independencia tendrá un matiz diferente: el de la pandemia que nos obliga a permanecer en casa y evitar las reuniones tumultuarias que han caracterizado el festejo a lo largo de la historia nacional.
Pero no será solamente el nubarrón de la pandemia lo que ubicará a este 15 de septiembre en los libros de historia como un día peculiar. También lo hará el “Gran Sorteo Especial no. 235”, de la Lotería Nacional, organizado para “rifar el avión presidencial”… pero sin rifarlo.
Un total de 100 personas –o unidades de salud del país– obtendrán un premio de 20 millones de pesos cada uno, integrándose así la bolsa más grande de premios que la Lotería Nacional haya entregado jamás en su historia: dos mil millones de pesos.
En comparación, el “Gordo de Navidad” se queda realmente muy pequeño, aunque entregue un número mayor de premios, pues la bolsa total de éstos suma apenas 430 millones de pesos.
El problema es que el “sorteo del avión” constituye en realidad una excentricidad más propia de gobiernos despóticos y autocráticos que de una sociedad que aspire a considerarse democrática. Y es así, porque se trata, literalmente, de tirar a la basura miles de millones de pesos.
¿Por qué? Porque de acuerdo con los propios datos proporcionados por el presidente López Obrador, el Gobierno de la República desembolsó 500 millones de pesos para la adquisición de un tercio de los cachitos impresos para la realización del sorteo: un millón de boletos que fueron “regalados” a las unidades de salud del país.
Con este dato, lo que se ha reconocido de forma explícita es que, cuando mucho, se venderán cinco millones de cachitos, es decir, el equivalente al costo de los premios y de los gastos de administración, lo cual implica que no existirá utilidad alguna para la promocionada “compra de equipo” para los hospitales del país.
El presidente López Obrador señala en cada ocasión que puede que el avión presidencial fue un “lujo faraónico” de los gobiernos anteriores al suyo. Y tiene razón en ello. El problema es que el “sorteo del avión” también es un lujo faraónico en el cual está incurriendo su administración.
Los libros de historia sin duda recogerán la fecha de hoy como un “aniversario peculiar” de nuestra fiesta cívica más importante. Y conforme la distancia en el tiempo permita juzgar con menos apasionamientos los eventos de los cuales seremos testigos en esta jornada, pasará a ser una fecha más bien infausta de nuestra historia moderna.