El terrorismo y las revisiones aeroportuarias
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Mientras la motivación para cometer atentados exista, los atacantes siempre terminarán encontrando huecos
En 2016 se cometieron 11 mil 72 ataques terroristas que causaron 25 mil 621 muertes. Esto es lo que revela la base de datos de la Universidad de Maryland. Sin embargo, 72% de muertes por terrorismo tuvo lugar únicamente en Irak, Afganistán, Siria, Nigeria y Somalia. Solo 2.7% de ataques ocurrieron en países occidentales. Un dato adicional: de acuerdo con encuestas del año pasado, alrededor de 70% de estadounidenses dijeron estar preocupados por la posibilidad de ser víctimas de atentados. Sin embargo, la probabilidad de que un estadounidense muera en un ataque terrorista es una en 29 millones. Es decir: (a) el terrorismo está altamente concentrado en ciertos países, pero sus repercusiones psicológicas se dispersan de maneras distintas; (b) aunque sean muchos menos, los ataques cometidos en Occidente tienen un efecto considerable en la psique colectiva de esas sociedades, y (c) mientras la motivación para cometer atentados exista, los atacantes siempre terminan encontrando huecos.
Es decir, sofisticamos los controles en los aeropuertos para darnos cuenta que militantes como los de Bruselas o Estambul, cometen atentados en zonas de los mismos aeropuertos cuya seguridad es menor. Limitamos el acceso a armas y perseguimos explosivos para descubrir que los terroristas ahora usan cuchillos o camionetas para matar. Cierto, el impacto de un atentado a una aeronave podría ser mayor. Sin embargo, en tiempos de redes sociales, fotos y videos compartidos, un ataque suicida en las afueras de una arena, puede producir un efecto de pánico masivo y contagio de estrés de considerable magnitud.
Por otro lado, se entiende la preocupación de las autoridades. ISIS está buscando cometer un atentado mediante explosivos que pudieran ser insertados en laptops y ser detonados en algún vuelo. Así que las revisiones a estos aparatos podrían disuadir ataques en aviones. Ojalá. No obstante, hay que considerar que: (1) la sola amenaza de un ataque en aviones, tiene ya consecuencias psicológicas masivas; y (2) los obstáculos que se colocan para disuadir a terroristas eventualmente son superados por estos si su objetivo de atacar es firme. Entonces, ¿qué se hace?
Señalo sólo un par de claves. Lo primero es elaborar diagnósticos diferenciados, pues, de acuerdo con la investigación, los motores del terrorismo en países de la OCDE son distintos a los de países como Irak, Afganistán, o Siria, en los que se comete la mayor parte de atentados. En países como los europeos, el terrorismo tiene alta correlación con factores socioeconómicos como marginación, exclusión y criminalidad. De manera que hay para esos países, una gran tarea que atender que conlleva estrategias de inclusión e integración económica, social y política de las comunidades de donde la mayoría de atacantes procede, sin descuidar las labores policíacas y de inteligencia.
En cambio, en países en los que más muertes por terrorismo se producen, las causas tienen mucho más que ver con las condiciones de conflicto, inestabilidad y debilidad institucional. Mientras no se encuentre cómo construir estructuras de paz para esos sitios, las organizaciones terroristas seguirán encontrando el caldo de cultivo para sobrevivir y seguir creciendo. En suma, las disposiciones como revisar los aparatos electrónicos en aeropuertos pueden ser necesarias de manera temporal para reducir amenazas. Sin embargo, en el largo plazo, si las motivaciones —personales, organizacionales, locales y/o globales— para cometer atentados persisten o crecen, siempre habrá atacantes que detecten o diseñen nuevos medios para seguir causando daño.
Twitter: @maurimm