Ganaron los memes
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Desde mi punto de vista, el de 1994 ha sido el mejor debate presidencial, cuando Diego Fernández de Cevallos estremeció a todo el País. Desde esa fecha han ido en picada, muy de la mano de la maltrecha democracia mexicana. El del pasado domingo fue, a mi parecer, el peor de todos, incluso que el de hace seis años, cuando lo que más llamó la atención fue la edecán del IFE.
El formato, los moderadores y los candidatos dejaron muchísimo que desear. A pesar de los aplausos que han recibido, a mí me pareció que Sarmiento y Maerker son mucho más relajados en el día a día y se vieron muy tiesos. Tal vez yo estoy asqueado de todo este asunto. Difícilmente me entusiasman las arengas y las propuestas no se dejaron ver.
Las opiniones de mi hijo de 11 años me ilustraron mucho. Como vio varios debates de la contienda por la presidencia de Estados Unidos, tanto en las primarias como en la final, le hicieron advertir que el del domingo 22 fue “largo y aburrido”, sincera y crucial valoración de un pequeño que, a toda costa, quería evadir el perentorio “a dormir que ya es tarde” de mamá. Con todo, le gustó el estilo de Anaya, pero desaprobó que dedicara tanto tiempo a criticar a López Obrador. “El Bronco” le pareció “chistoso” y le gustó que López Obrador, pese a que todos lo atacaban, no se enojo. Acerca de Meade y Margarita no hizo comentario alguno.
Mientras mi hijo y mi esposa miraban el debate, no pude contener las carcajadas que me arrancaban los memes que llegaban a mi celular. Desde amigos de la infancia hasta los de la universidad y otros más, todos disparaban frases ingeniosas y cáusticas. ¡Vaya con el ingenio mexicano! Un compañero universitario lo definió así: “harta, la gente prefiere reír porque está saturada”. ¿Reía yo mismo a causa de ese mismo hartazgo? Desde “El Bronco” “mocha manos” hasta Meade recibiendo los departamentos de “El Peje”, todo un sainete. Indudablemente los memes fueron los ganadores de esa noche. Los políticos están rebasados por una sociedad que no cree en promesas y está dispuesta a jugarse el todo por el todo.
Sinceramente pensé que le iría mejor a “El Bronco” en las encuestas postdebate. A mi ver, fue el más simpático y, por momentos, elocuente. Predicó con el ejemplo al referirse a la fiscalía autónoma. Lo hizo en Nuevo León y aprovechó para retar a los partidos a que hicieran lo propio en el Congreso de la Unión, si así lo quieren, pueden hacerlo desde ahora.
Meade tuvo su mejor desempeño en lo que va de esta campaña, para su mal, su mejor papel no es suficiente para salir del estancamiento en que se encuentra. El PRI Gobierno es una losa imposible de cargar.
Creí que le iría mejor a Margarita. Quizá le faltó preparación. Lo cierto es que se les acabó el veinte a estos tres amigos, no deben esperar recuperarse en el segundo o en el tercer debate. Desconozco qué rating alcanzó éste, pero no tengo duda del desplome que tendrán los siguientes dos. La audiencia en estos ejercicios es baja, y lo será más si insisten en el mismo acartonamiento.
Tal como se preveía, Anaya pasa a la final y AMLO seguirá a la cabeza de las preferencias. Las primarias por el segundo lugar han terminado y ahora toca ver hacia dónde se decanta el voto útil. No veo cómo, atacando al PRI, pueda Anaya capitalizar el voto del PRI; o cómo el de Margarita, después de una ofensiva que la orilló a salir del PAN. Creo más en el escenario que prevén todos los careos: el voto útil se divide casi por igual entre AMLO y Anaya, lo que confirmaría la ventaja de AMLO. Bien lo dice Soledad Loaeza: “En México tenemos más rabia que susto” (El País 15 abril de 2018).
Como siempre, Anaya fue elocuente, se esperaba que lo fuera, sin duda es el más articulado. Aunque su tono ya no sorprende, yo esperaba mayor contundencia. Debatió mucho mejor cuando enfrentó a Javier Corral en la interna por el CEN del PAN. Quizá le ayudó el estilo de Corral, a veces algunos adversarios sacan lo mejor de uno. Pero se concentró tanto en atacar a AMLO que perdió tiempo que pudo usar para propuestas. Falló su estrategia precisamente porque Andrés Manuel resistió, aguantó y no respondió a los ataques, de lo contrario hubiera acertado Anaya. El formato del debate favoreció a AMLO y supo aprovecharlo. A eso fue, como en todos los debates anteriores: a nadar de muertito, a conservar su ventaja. Eso molesta a la elite y a sus adversarios, pero a fin de cuentas el modito le funciona. Más o menos en ese tenor van muchos de los comentarios que he escuchado: ganó AMLO porque no perdió, con eso le basta. Bueno, los memes le ganaron.
@chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramirez