¿Hay vida más allá del TLCAN?
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“No vamos a aceptar cualquier negociación del TLCAN. Siempre existe la posibilidad de abandonar el tratado y entonces regir el comercio entre México y Estados Unidos a partir de las reglas de la Organización Mundial de Comercio. Esa no es nuestra preferencia ni tampoco será nuestra propuesta inicial…”.
Las palabras son de Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores de México, a unas horas de que arranque el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, negociación impuesta unilateralmente por el presidente Trump.
Se trata, sin duda, de las palabras que todo mexicano bien nacido quiere escuchar de parte de su Gobierno, pues no puede esperarse otra cosa de quienes representan a la Nación en una mesa en la cual se negocia mucho más que sólo cifras de intercambio comercial entre dos países.
Y se espera eso, porque la ruta a través de la cual llegamos a este punto constituye uno de los procesos de agravio más largos a los cuales se haya sometido a México por parte de un Presidente de los Estados Unidos en mucho tiempo. O incluso en toda la historia.
La exigencia de renegociar el acuerdo no parte del legítimo interés que cualquier mandatario tiene, de forma natural, para defender los intereses de sus representados, sino de una actitud absolutamente prejuiciada del magnate neoyorkino hacia nuestra Nación y hacia lo que representa nuestro País.
Por ello, independientemente de los intereses comerciales mexicanos, lo que corresponde en primer lugar a la delegación mexicana es defender la dignidad de nuestra comunidad y dejar claro, de antemano, cuáles son los límites que no estamos dispuestos a cruzar.
Habiendo dejado eso claro, sin embargo, cabría esperar una posición pública más clara respecto de cuáles son esos límites en términos de reglas para el intercambio comercial.
Porque, más allá de que Donald Trump cuente con la legitimidad política para empujar esta negociación, lo cierto es que el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá ha forjado vínculos económicos importantes entre los tres países cuya ruptura implicaría pérdidas para todos.
Tales vínculos constituyen elementos de ventaja en la negociación, pero no son exclusivos de México, sino que también favorecen en algunos aspectos a los Estados Unidos y ellos tienen, en general, condiciones de mayor ventaja para llevar el acuerdo a sus terrenos.
En ese tenor, tendría que estar claro en dónde se ubica el límite de la negociación y, por ende, qué tan factible es que ésta termine con una ruptura del Tratado, pues si ya se ha planteado tal posibilidad, es preciso prepararse para cumplir con la advertencia.
En otras palabras, es preciso definir con toda claridad qué tan cerca nos encontramos de averiguar si hay vida comercial entre México y Estados Unidos más allá del TLC.