Humberto Moreira: ¿Será su propia víctima?
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Mientras muchos exigen el linchamiento legal de Humberto Moreira, éste se regodea provocándolos.
Él es un fajador de barrio. Parece loco pero no lo es. Sabe estirar la cuerda sin ahorcarse. Su retórica parece descontrolada pero conlleva estrategia.
Escuchemos su argumento racional. “Estoy exonerado por las autoridades mexicanas y españolas. Y las norteamericanas no tienen ninguna investigación en mi contra”.
Sintamos ahora la victimización como su argumento emocional.
“Las acusaciones mancharon mi honor”.
Para reforzar dichos argumentos, desplaza la responsabilidad de lo sucedido a otras personas: “No voy a cargar con (la deuda de 36 mil millones de pesos), la obra la puede ver un ciego”.
“Otros defraudaron mi confianza al contratar de manera ilegal parte de (esa) deuda”. ‘Yo delegué la seguridad pública del Estado a militares, por recomendación del Secretario de Defensa Nacional”.
En su estrategia mediática repitió esos argumentos en espacios cómodos. Nunca fue entrevistado por analistas o medios de comunicación críticos, como Carmen Aristegui, Jorge Ramos, La Jornada o Proceso.
En su estrategia política, bajo el grito “en las urnas nos veremos” aseguró competir por la Alcaldía de Saltillo, o “la gubernatura de Coahuila si hubiese reelección”. En la jurídica, clamó que demandaría a sus enemigos por “daño moral”.
Si Humberto, “ya exonerado y victimizado”, insiste en “seguir estirando la cuerda”, y decide intervenir en las próximas elecciones, mediante una candidatura personal y/o a través de Hilda Flores Escalera y/o de un candidato independiente, reducirá la capacidad de Rubén para blindar su salida y nombrar a su sucesor.
El CEN del PRI le retiraría su apoyo. Porque además de problematizar las elecciones, elevaría las posibilidades de que el próximo Gobernador priísta, rubencista o no, se vea, para legitimarse, obligado por la presión social de las clases medias y altas, a re-examinar el origen y destino de la deuda, y actuar en consecuencia contra el mismo Humberto.
La cuerda está por romperse. Él lo sabe. Si insiste en provocar al destino como fajador de barrio, no habrá punto de retorno.
Humberto será víctima de sus propias acciones. No tendrá escapatoria. No podrá culpar a nadie más.
Entonces, la cólera de los dioses habrá castigado su desmesura para siempre.