Noche de las estrellas
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¿Hace cuanto no voltea la vista al cielo y admira la Luna y las estrellas? No lo dude, ellas siguen y seguirán ahí. El misterio del universo ha abrumado a la humanidad desde los albores de la civilización. Las interpretaciones varían mucho entre las culturas, pero con frecuencia el cielo era y es considerado la morada de Dios.
Mucho antes de que la astronomía se consolidara como ciencia, la religión imponía su verdad. Un ejemplo está en el libro del Génesis que dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. La consideración máxima de que existe un ente creador de todo.
Pasaron siglos antes de que alguien pudiera probar lo contrario. Los primeros sitios en donde existieron observadores sistemáticos de las estrellas y planetas como objetos físicos que obedecen a leyes cognoscibles fueron Medio Oriente y China. Le siguieron griegos, egipcios y mayas, pero fue hasta Johannes Kepler y Nicolás Copérnico que inició la verdadera revolución científica. Más tarde, Galileo Galilei apuntaría por primera vez a los cielos con un telescopio para ver la Luna, los cielos y otros mundos y descubriría algo que casi le cuesta la vida: que la Tierra no es el centro del universo y que junto a otros planetas giramos alrededor del sol.
Sus descubrimientos los plasmó en el libro “Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo”, donde defendía el modelo heliocéntrico de Copérnico, un hecho que enfureció a la Santa Inquisición que estuvo cerca de enviarlo a lo hoguera.
Siglos después, Isaac Newton demostraría que el Universo obedece a las mismas leyes de la física que gobiernan en la Tierra. Más tarde y con la ayuda de la astronomía, Albert Einstein sorprendió al mundo al comprobar que la relatividad fusiona el espacio-tiempo y con la idea de que el tiempo es su propia dimensión, dejando así una sola conclusión: nada es absoluto, todo es relativo, excepto la velocidad de la luz.
La astronomía prueba las teorías de la física, comprende la materia y deja atrás los mitos y leyendas de la astrología, que no es una ciencia sino la necesidad de los humanos por conocer cómo los astros pueden dictar nuestro destino, obteniendo como respuesta el silencio del universo, que no hace otra cosa que ignorarnos.
La historia de la astronomía es el estudio de los primeros intentos de la humanidad para entender el cielo infinito, un vano intento por comprender si estamos solos y si existe alguna forma de vida inteligente por allá afuera, ya que por aquí es escasa.
Y hoy en México es la noche de la astronomía, la más romántica de las ciencias. Se trata de una de esas noches en que se presenta la oportunidad única de propagar el fuego prometido, el fuego del conocimiento, el único medio para derrumbar dogmas y prejuicios. El evento de divulgación científica más grande de México: “La noche de las estrellas”.
Se trata de un evento que se organiza en 50 sedes de todo México y que reunirá a astrónomos profesionales y aficionados con el único objetivo de observar los cielos buscando que la Luna les haga un guiño y esperando encontrar en la bóveda estrellada, un significado a nuestra soledad cósmica.
En Saltillo, la sede será el Observatorio Astronómico de la UAdeC, en donde la Sociedad Astronómica de Saltillo con Ramatiz Arellano, Óscar Martínez, Luis Arellano, Gerardo Martínez y otros divulgadores de la ciencia que sin más ánimo que su pasión por transmitir el conocimiento estarán ahí para ayudarlos.
Por eso yo lo invito para que esta noche, al menos por unos momentos deje de revisar su Facebook, Twitter y WhatsApp y voltee por unos minutos su vista al cielo. Al hacerlo, podrá comprobar lo diminutos que son nuestros problemas comparados con la inmensidad del universo y sus galaxias.
Reflexione sobre las atrocidades que hemos cometido como especie, matándonos y persiguiéndonos por milenios por causas tan absurdas como el poder, la política, el dinero, la raza, el color de piel y la religión.
Después haga cuenta de los daños irreversibles que hemos hecho a nuestro frágil planeta contaminándolo y dilapidando sus recursos naturales. Yo estoy seguro de que al terminar coincidirá conmigo en una cosa: si de algún modo existe vida inteligente en el universo, es más que evidente porque nadie ha querido contactarnos.
@marcosduranf
Marcos Durán Flores