Robert Frost e internet

Politicón
/ 24 junio 2019
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Este mundo no es mi mundo. Hace mucho dejó de serlo. Aunque lo entiendo perfectamente, he decidido unilateralmente no pertenecer a él. ¿De qué me pierdo? De nada. Es mi apuesta. Como para otros, su apuesta es avinagrarse viendo Netflix. Y como para millones de jóvenes, su apuesta de vida es “conocer” el mundo vía la pantalla plana de su celular “inteligente” (lo que eso signifique). Ya no pertenezco a este mundo. Hace buenos años atrás dejé de estar en este mundo de basura en “tiempo real”. ¿De qué me he perdido? Pues de eso, de basura en tiempo real. Hace días, cuando hablé por ese invento de la humanidad hoy en un museo, un teléfono residencial, con el maestro Armando Oviedo a la Ciudad de México, le espeté de esta preocupación y le dije ya no pertenecer cabalmente a este mundo tal cual lo conocí en toda mi vida, lo anterior con motivo de la candidatura de Yalitza García (“actúa” en una película) en contra de mi diva, Glenn Clos (ha actuado en más de 50 películas); Armando, dueño del verbo y del juego de palabras preciso, reviró: “Maestro Cedillo, en este mundo donde la FIFA es más importante que la ONU, ni tú ni yo pertenecemos ya aquí”.

Tiene razón mi maestro, el escritor quien estuvo un tiempo avecindado aquí en Saltillo, escritor ahora en los cuernos de la luna al ser maestro de escritores: da cursos en la mismísima Sogem. ¿Alfonso Cuarón contra Spike Lee? ¿Alejandro González contra Martin Scorsese? ¿La FIFA contra la ONU? ¿El poeta Robert Frost contra todo el poder de internet? ¿Yalitza García contra Glenn Clos? Pues sí, este ya no es mi mundo. Y me siento a gusto, muy a gusto con ello, con no pertenecer a él cabalmente. Se lo he dicho una y otra vez: yo prohibiría internet a los jóvenes y claro, el uso de teléfonos celulares. Un joven debe de tener acceso a internet a mi juicio, a partir de los 25 años de edad y sólo dos horas diarias. ¿Para qué lo quieren las jovencitas de buen ver, si sólo se la pasan retratándose sus pechos, su vulva, sus nalgas, sus muslos y todo lo retratable posible de su cuerpo, para enviar las fotografías en tiempo real a su mejor amigo, a su novio, a su exnovio, a su mejor amiga, a su exmejor amiga y luego, al mundo entero?

Se lo he dicho un montón de veces en este generoso espacio de VANGUARDIA: internet estupidiza. La expresión usted lo sabe, no existe. En algún momento y en los últimos veinte años, ha reflexionado Susan George, en el vocabulario inglés entró el término “dumbing down”, es decir, “estupidizar”. El término o “slang” es nuevo, pero lo que define existe desde siempre: hace referencia a la simplificación de todo lo que nos rodea: la cultura, la educación, el pensamiento. La decadencia de la creatividad. La poca o nula innovación y la trivialización de cualquier actividad donde se privilegia la chacota (memes), al chiste huero o de plano, la estupidez total.

ESQUINA-BAJAN

Internet estupidiza. Lumpen y degradante hasta niveles básicos, de apetitos básicos (se comprueba la teoría de Charles Darwin, la gente desciende de los changos. Yo en lo particular, he decidido ser hijo de Dios altísimo, así de sencillo), como lo es el apareamiento (así sea por medio de una pantalla plana), es lo que ha pasado a últimas fechas en Coahuila. ¿Qué es más peligroso que un joven aburrido en casa? Un joven aburrido en casa armado con un celular “inteligente”. ¿Cuándo se jodió todo? No lo sé. Pero Coahuila, su sistema educativo (urge el cambio de un gris y mediocre Higinio González al frente de la Secretaría de Educación) y la Universidad Autónoma de Coahuila (su Rector, el priista con 50 años de militancia, Salvador Hernández Vélez, no tiene ni planes ni suerte en su encomienda, debe de ser relevado antes de terminar su mandato. Debe ir a dirigir el PRI de Viesca o Matamoros, terrenos muy conocidos por él. No así el campo académico) viven los días más negros de su existencia.

Las denuncias públicas ante todos los medios de comunicación de redes muy organizadas entre alumnos y maestros de eso llamado “packs” de fotografías y videos de alumnas desnudas (para empezar, ellas mismas se retratan, comparten sus fotografías y luego se quejan, en fin), acoso sexual, chantaje y eso llamado “sexting”, todo lo cual es de sobra conocido en la UAdeC, no ha venido a destapar nada, sino a poner en su justo sitio la realidad miserable de los jóvenes saltillenses: atados a su celular, envejecen, se avinagran y ven pasar la vida desde su mullido colchón. O lo peor, el celular sirve para filmar matanzas de espanto como la masacre cometida por Rogelio “N.”  

Internet mata. El tema ha tenido costos grandes: en Monclova, una niña de 19 años (Julissa) al saber que sus fotografías desnuda circulaban libremente en internet (“packs Monclova”), entró en depresión y se suicidó (25 de febrero). En la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC, dimitió su Secretario Técnico, un joven prometedor, Leonardo Borrego. Él y nadie más terminó con su carrera al estar involucrado en semejante tema tan aburrido (al menos para mí). No se la ha juzgado como debería. Al día de hoy, sigue brotando pus en la toda la UAdeC. El director de Jurisprudencia, Francisco Javier Yáñez Armijo se defiende y no entrega su puesto (le apuestan al olvido por las vacaciones de verano). Debería de estar jubilado ya. ¿Y la honra y valores? Pues es tema del pasado. Eso a nadie importa. Hace poco releí a uno de mis poetas favoritos. Tengo varios, entre ellos: T.S. Eliot, Seamus Heaney, Concha Urquiza, Antonio de Galicia y Rivera… Robert Frost. Éste en su texto, “El camino no elegido”, escribe: “Diré esto con un suspiro/ a siglos y siglos del camino;/ dos caminos se separaron en un bosque, y yo…/ yo tomé el menos transitado,/ y eso hizo toda la diferencia”.

LETRAS MINÚSCULAS

Los jóvenes son borregos y avestruces, no piensan, siguen a Internet en el camino más transitado: esa es la diferencia. Regresaré al tema recargado.   

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