Secretaría del interior
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La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) anunció recientemente que acudiría al Congreso de la Unión para solicitar que la Secretaría de Gobernación no se ocupe más de las labores de seguridad pública. No esgrimen muchos argumentos de fondo, salvo el alto índice delincuencial y el deseo de que se separen política y seguridad. Aunque parecen argumentos suficientes, en el fondo, no lo son.
El problema de México sigue siendo el mismo: la resistencia de las estructuras autoritarias del poder público. El entramado institucional de México se formó durante la “dictadura perfecta”, y en esas décadas de poder absoluto nació, creció y se consolidó la Secretaría de Gobernación.
El poder absoluto del Presidente de la República bastaba para que éste se desentendiera de la política y la economía. Muy alejado de la conducta republicana, el monarca sexenal no se manchaba las manos en el diario quehacer de la política nacional, para eso estaban sus secretarios que, a su vez, interactuaban con un Legislativo y un Poder Judicial dóciles y a modo.
La Secretaría de Gobernación es una entelequia del autoritarismo mexicano que se resiste a morir. No existe una sola república, monarquía o régimen parlamentario democrático que cuente con un ministerio o secretaría investidos de funciones similares, particularmente de las relacionadas con la política.
México no necesita que la Secretaría de Gobernación cambie; requiere que, de una vez por todas, desaparezcan Segob y sus similares en cada Estado, así como cualquier otra reminiscencia del autoritarismo. En toda democracia, del tipo que sea, la oficina del Presidente o Primer Ministro lleva la política. Los monarcas no hacen política, los gobernantes sí. No porque se bajen de su pedestal, sino porque nunca se suben, no pueden subirse; el sistema democrático se los impide y los incentiva a jugar a nivel de cancha. Sólo así ganan elecciones o conservan el poder.
Ejemplos de ello sobran: Estados Unidos de América, Chile, España, Colombia, Reino Unido y un larguísimo etcétera. El despacho del Ejecutivo lleva la política, no existe nada semejante a una Secretaría de Gobernación. Existen, eso sí, secretarías, ministerios o departamentos del interior, responsables de la seguridad interna, del orden público y de la paz social. En algunos casos se agregan los parques nacionales, la cultura, los bosques o el desarrollo de gobiernos locales, pero no la política, ésa cae bajo la responsabilidad del que fue electo.
De tiempo en tiempo, las funciones de seguridad han migrado desde y hacia la Secretaría de Gobernación sin que, en el fondo, nada cambie. Los índices de inseguridad suben y bajan por cuestiones totalmente ajenas a las políticas públicas que mal implementan los gobiernos.
Tratar de solucionar los problemas de seguridad mediante un ajuste burocrático es iluso y lamentable. Nuestros dirigentes políticos y sociales deben mirar al País desde una perspectiva histórica, democrática, republicana y federal. Mientras se animan a hacerlo, no les haría mal compararse con otras democracias en el mundo, hacerlo consigo mismos no aplica.
Twitter: @chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez